Si alguien pensaba que una noche de reflexión para pensar en los resultados electorales de Cataluña haría cambiar de opinión a Carles Puigdemont, se equivocaba.
Pese a que prometió retirarse de la política si no conseguía ser president de nuevo, este lunes ha anunciado que intentará gobernar pese a quedar segundo, con 35 escaños, a 7 del ganador, el PSC.
Su fórmula está clara: necesita que el vencedor de las elecciones se abstenga y le deje gobernar. Y aunque no lo dijo, era pedir la devolución del 'favor' que supuso que Junts permitiera a Pedro Sánchez se investido presidente del Gobierno central tras las generales de 2023.
Un aviso, a modo de insinuación de posible chantaje, para que el PSOE le deje gobernar pese a todo, y absteniéndose en todo lo que surja en el Parlament, algo que a priori parece inviable.
Eso sí, si se produjera más adelante un chantaje, la retirada de apoyos de Junts en Madrid, en el Congreso de los Diputados, supondría la caída de Sánchez y su Ejecutivo de coalición con Sumar.
Las palabras de Puigdemont
Puigdemont anunciaba esta mañana la intención de presentar su candidatura a la investidura para la presidencia de la Generalitat y poder revivir un gobierno independentist: "Hay opciones de poder ir a la investidura y, por tanto, anuncio mi intención de presentar mi candidatura a la presidencia de la Generalitat en el debate de investidura".
En rueda de prensa de valoración del resultado electoral, Puigdemont argumentó que podría "agrupar a una mayoría coherente" y que tiene "potencialmente más opciones de ser investidos en segunda vuelta si hiciéramos un gobierno de coherencia soberanista, mientras que las opciones de investidura del PSC pasan necesariamente por el PP y no pueden beneficiarse ni por activa ni por pasiva de una abstención de Vox".
Puigdemont también avisaba de que si los socialistas pactan con el PP, los 'populares', "dejaría sin sentido" el "acuerdo en Madrid".
Además, criticó el posible acuerdo de la izquierda para formar gobierno y descartó una repetición electoral: "Sería muy mala noticia para Cataluña, la estabilidad y los ciudadanos que no fuéramos capaces de evitar una repetición electoral".
También se negó a formar un gobierno con el PSC y pidió al independentismo hacer una reflexión profunda ante los resultados obtenidos: "Después de tantos años de desunión y de cierto empate de las 2 fuerzas políticas, corresponde una reflexión profunda de por qué tanta gente se ha quedado en casa, de votantes que no han dejado de ser independentistas, o las razones por las que hay gente que ha decidido votar opciones que no han tenido representación".
La promesa que hizo
El 9 de abril, para sorpresa de muchos -no todos-, el ex president Puigdemont se convertía en el protagonista indiscutible de las elecciones catalanas al anunciar una bomba política: explicó que se retiraría de la "política activa" si no salía investido president tras el 12-M, y la realidad es que ahora lo tiene más que complicado.
En caso de retirada, tendría que decidir si también cumple su palabra de volver a Cataluña ocurriera lo que ocurriese en las urnas, arriesgándose a ser arrestado hasta que se ponga en práctica la ley de amnistía.
El ex president se encuentra exiliado del país desde 2017 tras la proclamación de la DUI, tras el referéndum ilegal del 1 de octubre de ese año. Pero planea regresar porque se comprometió a acudir al debate de investidura, ganase o perdiese los comicios.
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