Todo en menos de seis horas, antes de partir desde Torrejón hacia la base de Rota para cumplir con el verdadero objetivo de su estancia: arengar a las tropas destinadas en una de las bases militares más importantes para el despliegue del Ejército norteamericano.
Para ser rigurosos, el programa estaba tan en el aire a última hora del sábado que lo único que se podía confirmar era la recepción en el Palacio Real, en torno a las 10 de la mañana, y que en Rota su llegada estaba anunciada para las 17.00 horas. Tras el encuentro con Felipe VI también se da por segura la cita en La Moncloa, rueda de prensa conjunta incluida.
Será al filo de las 14 horas. Obama y Rajoy acaban de coincidir en la cumbre de la OTAN en Polonia, lo que ha permitido avanzar en el encaje de bolillos de una agenda imposible. Carmen Martínez Castro intentaba anoche atender las numerosas peticiones de los medios de comunicación españoles. El cupo no superará en mucho la docena de periodistas y habrá que habilitar varias salas.
El almuerzo para un centenar de personas previsto para el lunes queda cancelado al ser imposible encajarlo en el apretado horario del domingo.
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera están citados en la base de Torrejón “en torno” a las 15.00 horas, una vez concluida la rueda de prensa de Moncloa, según aseguran desde sus respectivos partidos. No hay confirmación oficial, todo puede variar en función de las noticias que lleguen desde EEUU, pero figura en el guión.
En cualquier caso, no pasa desapercibida la imagen de los tres líderes de la ‘oposición’ haciendo cola para entrevistarse con el presidente de otro país a escasas horas de, en teoría, sentarse a negociar. Incluso circulan porras sobre la serie que Pablo Iglesias regalará a otro teleadicto confeso como Obama. Una foto que puede dar la vuelta al mundo.
Oficialmente, todo entra dentro de la “normalidad” de las relaciones entre dos países amigos y aliados y en el particular estilo del primer presidente negro de EEUU, por cierto, a pocos meses de concluir su mandato y ocupar su lugar en los libros de texto.
Nada fuera de lo normal. El mundo, explican, ha cambiado. Obama no es Bush ni Sánchez es Zapatero. No hay que buscar, insisten, conspiraciones tras unos encuentros de escasos minutos, suficientes para conocerse personalmente y poco más.
Quizá el problema sea simplemente una foto que, de producirse, no sea tan inocente e inocua políticamente como muchos creen.