“Salvo Fátima Báñez y Ana Pastor…” Por lo visto, en el Ejecutivo no se salva ni la vicepresidenta de figurar en las presuntas maniobras de los últimos meses para prejubilar a Mariano Rajoy. “Y él lo sabe y está muy dolido, porque eran gente en la que lleva confiando muchos años”. Inevitablemente salen los nombres de José Manuel García-Margallo y José Manuel Soria. “Pero es más fácil empezar por los que se han mantenido a su lado”.
De regreso al balcón de Génova, María Dolores de Cospedal, defenestrada mil veces, habría demostrado en cambio una lealtad absoluta al presidente de su partido. De hecho, la todavía secretaria general del partido podría ser ese ‘cuchillo’ si Rajoy consigue -como todo apunta- el encargo de formar Gobierno. No lo consiguió con Alfonso Alonso -aún sin confirmar como candidato a Lehendakari, otro problemón-, pero el 26J quizá le dé una nueva oportunidad. Para sorpresa incluso del propio protagonista.
Cospedal ya sonó como ministra y todo el mundo sabe cómo acabó aquello. “Pero Rajoy no es hombre de venganzas públicas, prefiere hacerlo sin que se note, poco a poco, no creo que hiciera algo tan evidente…”
Tanto como que la batalla por la sucesión empieza de nuevo. Y culminará, previsiblemente, este otoño en el correspondiente Congreso -igual que el PSOE, Podemos...- donde se elegirá una nueva cúpula del partido. Mariano Rajoy, nos dicen, sabe que es inevitable y la facilitará una vez despejada su marcha como un héroe y no como el jefe de Bárcenas.
Será una salida ordenada, como él quería, sin descartar incluso un periodo de ‘transición’ -no aclara más- hasta que haya un vencedor más o menos claro que cuente, además de con su respaldo, con el de los militantes del PP, a los que de una forma u otra se intentará dar voz sin violentar los estatutos del partido.
La meta, por tanto, está más lejos de lo que se esperaba, lo que da tiempo a algunos de los presuntos candidatos -Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo- a liberarse de sus ataduras autonómicas para dar la batalla a Soraya Sáenz de Santamaría, Dolores de Cospedal o Pablo Casado. Nadie mejor que un gran aficionado al fútbol como Mariano Rajoy para ejercer de árbitro.
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