Rosalía saca 'MOTOMAMI', su tercer disco, y todo el mundo parece tener una opinión sobre el mismo, como si fuera la guerra de Ucrania, la pandemia o la calima sahariana. Como con todo lo que triunfa en España no suele haber término medio, los hay que piensan que es lo más grande que ha salido de aquí desde Lola Flores mientras que otros piensan que su globo está más inflado que el zepelín Hindenburg. La aparición de los sencillos de adelanto estaba inclinando la balanza hacia lo segundo, sobre todo por la irritante 'Chicken Teriyaki', pero con la llegada del disco ha quedado confirmado que la catalana se guardaba las mejores canciones para sí, posiblemente para provocar y reírse la última.
Nota: 8/10
Queda claro que Rosalía nos ha tomado el pelo con los sencillos, 'MOTOMAMI' vuelve a ser un disco notable en el que ha vuelto a hacer una obra coherente, esta vez alrededor de su recién adquirida fama, y en el que caben muchas influencias, volviendo a tirar del flamenco, pero incorporando reguetón, salsa, bases hip hop, sin olvidar esas baladas marca de la casa. El resultado es como meter en una batidora a Arca, Kanye West, Kiko El Crazy, Fernanda de Utrera, M.I.A. o James Blake y aunarlo todo gracias a una voz poderosísima que sigue siendo su gran arma.
El disco se abre con 'Saoko', la parte más barriobajera y reggaetonera, el 'beat' industrial y agresivo es muy bueno y el mensaje va dirigido a los que querían un 'El Mal Querer II', "Soy una mariposa, yo me transformo". La canción también se transforma, con un puente instrumental de piano de jazz. Se nota que ha estado escuchando a Kiko El Crazy, "yo soy la pampara", y que quiere asimilar el reguetón a su estilo. 'Candy' parece un mensaje directo a C Tangana, "Ya no te quiero como antes, me rompiste, pero solo en parte. Llevaba tu esclava para pensarte pero de olvidarte yo ya hice un arte (...) Pero tú no me has olvida'o", y tiene una enorme interpretación vocal.
Y luego llega 'Chicken Teriyaki' que a algunos les ha parecido mejor en el contexto del disco pero que a mí me sigue pareciendo la misma estupidez de siempre, un tema hecho exclusivamente para triunfar en TikTok, con su coreografía, pero que es la peor canción que ha sacado hasta la fecha la cantante. Un bajonazo en toda regla.
En 'Bizcochito' vuelve el ritmo y las influencias trap, eso sí, esos "tarara tarara" se meten en tu cabeza como un taladro, nuevamente sigue sentando cátedra sobre su fama, "no basé mi carrera en tener hits, tengo hits porque yo senté las bases" además de darle tiempo para mandar un mensaje a La Mala: "¿Qué más da que me tire La Mala? Si Haraca me tira la buena".
Después del emocional mensaje de su abuela corta por lo sano y mete la canción titular que es una especie de intermedio duro y directo. Luego llega 'Diablo', con el autotune al máximo y una explosión de todas las Rosalías posibles, la cantaora, la reggatonera y, hasta, la baladista colaboradora de James Blake. 'Delirio de grandeza' vuelve a demostrar la fuerza como intérprete de Rosalía, esta vez con un bolero de los 50 del cubano Justo Betancourt. Una maravilla que nos deja esperando su disco Fania, aunque no se olvida de actualizarlo un poco metiendo un sample de Vistoso Bosses y Soulja Boy.
El punto final llega con 'Sakura', Rosalía se quita el chándal de Versace y se vuelve a poner el de cantaora, nos emociona diciendo que la fama es efímera y no dura, cuando tenga 80 años podrá mirar atrás y reírse de ella, de la fama y de sí misma. También de los que pensamos que 'Chicken Teriyaki' era la prueba irrefutable de su caída desde las alturas. Tenemos Rosalía para un buen rato.