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Bruce Springsteen y la E Street Band
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Bruce Springsteen y la E Street Band

Crónica del concierto de Bruce Springsteen del lunes en Madrid: el último superviviente

martes 18 de junio de 2024, 16:01h

Los conciertos de Bruce Springsteen y la ("heart-stopping, pants-dropping, house-rocking, earth-quaking, booty-shaking, viagra-taking, love-making, legendary") E Street Band son un ritual en extinción con el que conectar con la música que dominó la segunda mitad del siglo XX. Es casi como poder viajar en el tiempo y ver a un tiranosaurio rex en toda su gloria mientras en el cielo ya se dibuja la amenazante estela del meteorito...

Y no, el rock & roll, como bien decía Neil Young, no se va a morir, mientras haya alguien en su casa conectando su guitarra a un amplificador, pero el rock de estadios, ese del que Springsteen es casi el máximo y el último exponente, sí. Hace poco se veía en Sevilla a Angus Young lucir traje de escolar a sus casi 80 años y aquí teníamos al autor de 'Born To Run' hecho un pincel cantando con esa concentración e intensidad que se dan por supuestas pero que es increíble que siga manteniendo a su edad, esa ceja para arriba a lo Ancelotti, la voz rota y afilada, y dejándose el alma sabiéndose uno de los últimos supervivientes, un tipo que cogió una guitarra por primera vez tras ver a Elvis en el show de Ed Sullivan y que decidió dedicarse a ello tras ver a los Beatles en el mismo programa, conectándonos con el gran Big Bang original.

Y no, no estamos viendo a la mejor versión de Springsteen ni de su mítica banda, pero, aun así, como los buenos magos, te vuelven a convencer de que estás presenciando el concierto de tu vida, cuando, probablemente, no haya sido ni el mejor de los tres conciertos que ha dado en Madrid. Pero eso da igual, durante tres horas que pasan tan rápidas como ese verano que nunca quieres que acabe, vives en un estado de absoluta felicidad, viendo a un tipo que cree en esto con toda su fuerza, en la conexión con su público, con una fe ciega en el rock & roll como música sanadora, rezando por sus Santos y también por los amigos caídos en el camino. Ahora que es el único que sigue vivo de su primer grupo, The Castiles, su creencia en el poder curativo del rock sigue siendo tan grande como siempre, además, como buen creyente, sabe que la muerte no es el fin sino un hasta luego. Y por eso sabe que John Lennon sigue cantando 'Twist & Shout' desde la tumba, o que Elvis no está muerto, y no porque esté tomando el sol en una remota playa de incógnito, sino porque mientras exista alguien en una parte del mundo emocionándose con 'Heqartbreak Hotel' o 'Suspicious Minds', Elvis no habrá abandonado todavía el edificio. Algo que parece claro que también va a pasar con su música, que sigue sonando a días de gloria en directo, aunque todos seamos conscientes de que estos hace ya bastante que quedaron detrás.

Está claro que Springsteen sabe que, como diría uno de sus ídolos, no ha oscurecido todavía pero está llegando, lo que pasa es que el artista y su E Street Band no van a dar un paso atrás y a rendirse a estas alturas, nadie gana al paso del tiempo y ellos lo saben (Clarence y Danny siguen presentes en la memoria de todos), pero también tienen claro que "no retreat, baby, no surrender". Lo siguen consiguiendo, el concierto de este lunes ha seguido siendo otro derroche del que todo el mundo ha salido más contento, y es que creo que las entradas a los conciertos de Bruce y la E Street Band deberían estar sufragados por la Seguridad Social, en plan, veo que está usted deprimido, aquí tiene dos entradas para ver a Bruce Springsteen, son tres horas de felicidad garantizadas.

Hablar sobre las 31 canciones que sonaron anoche en el Metropolitano no tiene sentido, cada cual tendrá su momento favorito, a nivel personal no puedo escuchar esa barbaridad llamada 'Thunder Road' y no emocionarme, como me pasa casi con cualquier cosa que suene de 'Born To Run', disco del que se tocó 6 de sus 8 canciones anoche, pero es que cada momento y cada canción están tocados como si fueran la última, la explosión de júbilo que sigue a las primeras notas de 'Badlands', increíble que todavía se atreva a cantar 'Backstreets', con esos coros sobre los que Arcade Fire han hecho carrera, las luces apagadas y miles de móviles iluminados durante la preciosa 'My Hometown', la versión con toda la E Street Band de 'Atlantic City', el karaoke gigantesco durante 'Hungry Heart', el estribillo perfecto de 'Because The Night', la fuerza explosiva que sigue llevando esa canción protesta llamada 'Born in the USA', el rockabilly de 'Working on the Highway', los coros de 'The Rising', la perfección hecha canción, 'Born To Run' o ese maravilloso autohomenaje sobre la creación de la E Street Band que es 'Tenth Avenue Freeze Out'. Todo funciona a la perfección.

Todo hasta ese final acústico con 'I'll See You in My Dreams', donde se despide en solitario, intentando bajar la explosión de serotonina, dopamina, oxitocina y endorfinas que lleva acarreada la versión del 'Twist & Shout', tratando de calmarnos y que nos podamos ir en paz a casa, más felices que como entramos, así que hasta luego Jefe, no sabemos cuántas veces nos quedan pero, mientras tanto, nos vemos en felices sueños.

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