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Monopolios

Monopolios

viernes 08 de agosto de 2008, 22:09h
País curioso, la Argentina, si los hay. En general, le hemos achacado la culpa de nuestros males económicos, en especial la inflación, a los monopolios y oligopolios locales e internacionales que se "aprovechan" de nuestra fragilidad.

Sin ir más lejos, esta mañana, el Ministro del Interior, al refutar la opinión de la UIA, respecto del INDEC y la verdadera evolución de los precios al consumidor, manifestó que, si hay un problema de inflación, en la Argentina, ".la responsabilidad no es del Estado sino de los empresarios monopólicos y oligopólicos que abundan y a los que, todavía, el Estado no ha podido controlar adecuadamente.".

Digo país curioso, porque simultáneamente, debe ser uno de los pocos países del mundo en el cuál los monopolios, públicos o privados, se funden.
La lista es importante, desde la petrolera estatal YPF, hasta el INDER, que monopolizaba los reaseguros, pasando por todos los monopolios de servicios públicos estatales o privados regulados, como el caso de las compañías de generación o distribución de electricidad o gas. Y ahora, el de Aerolíneas Argentinas-Austral. Un cuasi monopolio de transporte aéreo de cabotaje, también quebrado. Hay algunas excepciones, por cierto, en especial, vinculadas a la obra pública, o al juego. Pero, insisto, en general, a los monopolios en la Argentina, les va mal. Una muestra clara de que, en el fondo, somos "buenos progres", más allá de la dialéctica.

El caso de AA es paradigmático. El transporte aéreo, en el mundo, está en crisis. Pero una crisis surgida de altos requerimientos de capital para adaptar las flotas a las nuevas tecnologías ahorradoras de costos, en medio de una explosión de los gastos operativos y un "exceso de competencia" que generó, en muchos casos, guerras de precios y la necesidad de fusiones y absorciones, para ganar tamaño y eficiencia. Curiosamente, entonces, lo que en el mundo ha sido un principio de solución, la tendencia a menos empresas y a oligopolios de hecho, en la Argentina, ha sido el origen central del problema. Es decir, la combinación de un Estado que mantuvo artificialmente bajos los precios de los pasajes aéreos y de empresarios que, ante esa baja rentabilidad, decidieron postergar inversiones, achicar la compañía y financiarse con los proveedores o con la sobreventa de pasajes. En el medio, siete gremios que, con honrosas excepciones, sueñan con volver a los privilegios y beneficios que tenían los empleados de la "Aerolínea de bandera" cuando la financiábamos todos, en especial los pobres, a través del presupuesto nacional y la inflación.
La estatización, en este contexto, lejos de ser una solución, agrava, obviamente, el problema.

Está claro que la Argentina necesita un sistema de aerotransporte de pasajeros y carga eficiente. Está claro, también, que las condiciones de distribución demográfica, las extensas distancias, y el actual contexto de costos de combustible y operacionales en general, obliga a precios muy elevados de los viajes, para justificar la rentabilidad de una operación aérea.
Pero, intentar superar este problema, comprando deuda de una empresa privada y pasándole la operación de la misma a los gremios, con cargo al presupuesto nacional, financiado con impuestos que pagan gente que, en su mayoría, nunca se ha subido, ni se subirá a un avión, suena, como diría Cristina a "too much".

Y dado que es "too much" humildemente, acerco una propuesta alternativa.Lo que sugiero, básicamente, es plantear correctamente la necesidad.La Argentina requiere, insisto, de un eficiente sistema de transporte aéreo. No de una empresa de transporte aéreo.Ese sistema se puede determinar técnica y objetivamente, planteando la mínima cantidad de vuelos diarios para cada destino. Determinados estos vuelos, se pueden licitar las rutas a las empresas que estén dispuestas a cubrirlas, al menor precio posible, en base a los precios regionales vigentes en contextos libres, para distancias similares. Y, eventualmente, las rutas para las que no haya ofertas, o para las que los precios sean inconsistentes, con los técnicamente razonables, allí sí, y bajo ciertas condiciones, se podría subsidiar cierto tipo de viajes. Más allá del mínimo comprometido, las empresas que quieran brindar otros servicios adicionales podrían hacerlo sin problemas.
Puesto de otra manera, si con los oligopolios y los monopolios fracasamos, ¿no podríamos probar con algo de competencia y subsidiar sólo lo imprescindible?

Téngase en cuenta, además, que el Estado argentino no sólo no está en condiciones de operar una línea aérea, sino que, en su condición de país técnicamente en default, tampoco está en condiciones de renovar una flota obsoleta, mantenerla y, sobre todo, alejarla de los "embargos" de los acreedores internacionales de deuda soberana impaga.

Finalmente, una solución de este tipo o parecida, no sólo permitiría recomponer el sistema de aerotransporte, sino que sería una extraordinaria señal de "cambio de régimen" para modificar expectativas inversoras en todos los rubros. Fuertemente desalentadas, por los recientes acontecimientos económico-políticos.

Aerolíneas Argentinas, tal cuál la conocimos, desapareció en la década del 80, anticipando el final de todas las líneas estatales de bandera del mundo. Bien a la Argentina, prolongamos, absurdamente, su agonía por más de una década, sumando deudas, decadencia, deterioro y fondos públicos crecientes.
Ponerle fin a esa agonía inútil es, simplemente, un acto de eficiencia, justicia distributiva y de "acumulación con inclusión".

Hace unos cuantos años, un amigo que ya no está desarmó un teléfono ante una cámara de televisión, para demostrar que "allí adentro" no había soberanía, sino plástico y cables.Si hoy pudiera, seguramente, desarmaría el fuselaje de un viejo MD, para demostrar lo mismo.
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