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OPINIÓN/Víctor Gijón

Unos pocos contra todos

Unos pocos contra todos

jueves 12 de junio de 2008, 10:50h
Se lo contaba ayer. No estamos ante un paro o una huelga, sino que lo que sufre el país desde el pasado lunes es un cierre patronal, que, además, sólo siguen un 12% de los empresarios del sector del transporte. Unos pocos contra todos.
Pero en los primeros días el conflicto fue presentado como si se tratara de camioneros hundidos por el precio del petróleo. De paso, y para ayudar a los huelguistas, los medios de la derecha se empeñaron en avanzar las consecuencias de un desabastecimiento que ningún dato objetivo avalaba. Resulta increíble que sean los propios comerciantes (los del Mercado de la Esperanza, por ejemplo) los que tengan que salir al paso de informaciones periodísticas negando que el problema sea tal.

En todo caso, la desaparición de algunos productos o el cierre de surtidores de gasolina se debió a una doble acción: la informativa, creando un estado de ánimo ciudadano que llevó al acaparamiento de productos, y el no cumplimiento por los empresarios en paro que se comprometieron a dar servicio a las gasolineras y luego no permitieron la circulación de los camiones que tenía que surtirlas. Y ahí está la madre del cordero.

Porque una minoría de la patronal está imponiendo a una mayoría sus condiciones. Sobre la base de una petición que saben imposible, el establecimiento de una tarifa mínima --y si no lo saben es peor, porque además de manipuladores serían unos ignorantes--, se ha montado un cierre patronal que, además, utiliza como carne de cañón a los conductores, asalariados en su inmensa mayoría de las empresas en huelga.

Los mismos conductores a los que se obliga a jornadas interminables o a pagarse el camión cuando se asocian a esas grandes empresas. No creo que entre los que cruzan camiones en las carreteras haya muchos camioneros autónomos, víctimas de la competecia desleal de las grandes compañías, del lo tomas o lo dejas, de portes de vuelta por debajo del precio de coste, etcétera.

 El sector del transporte exige cambios, regulación y reordenación, pero algunas empresas sólo aceptan negociar cuando creen que pueden contar con un cierto respaldo de la opinión pública. Con el concurso de la prensa conservadora --que a falta del PP, ausente por debate interno, se ha autoadjudicado el papel de oposición-- han tenido dos días de gloria.

Incluso el Gobierno ha tardado 48 horas en poner en marcha los mecanismos para garantizar la libre circulación de mercancías y que el cierre patronal no se imponga a quien no quiera seguirle. Y no estamos hablando de limitar el derecho de huelga, que no está en peligro. Los cierres patronales no tienen nada que ver con la negociación laboral. Y eso es algo que debe quedar clarito ante la opinión publica. Como debería quedar al descubierto qué intereses lleva a determinados medios de comunicación a incentivar el chantaje de unso pocos a la inmensa mayoría de los españoles.
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