La prensa chilena y la ‘Operación Colombo’
martes 27 de mayo de 2008, 17:15h
La “Operación Colombo”, que motivó el arresto de 98 ex agentes de la dictadura del general Augusto Pinochet, es el episodio más vergonzoso en la historia de la prensa chilena. Entre los detenidos que son sometidos a juicio por el juez Víctor Montiglio figuran ex miembros de las Fuerzas Armadas, la policía de Carabineros y agentes civiles.
Y aunque este repudiable episodio involucró a la prensa controlada por la dictadura, entre los procesados no figura ningún periodista.
¿Qué fue esta operación?
Fue un montaje comunicacional del régimen de Pinochet, a mediados de 1975, para encubrir el asesinato masivo y la desaparición de 119 opositores. En su mayoría eran jóvenes y pertenecientes al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), la Izquierda Cristiana, el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y otras organizaciones.
El plan de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) y la DINACOS (Dirección Nacional de Comunicación Social) consistió en financiar la publicación de dos periódicos en Brasil y Argentina, que aparecieron por una sola vez como parte del montaje.
El 25 de junio, en su única edición desde la ciudad brasileña de Curitiba, el diario “Novo O’Día” informaba que 59 “extremistas marxistas” chilenos habían muerto en medio de enfrentamientos entre facciones rivales del MIR. Tres semanas después, el semanario “Lea” relataba desde Argentina que 60 izquierdistas chilenos habían sido asesinados por sus mismos “compañeros de lucha en un vasto e implacable programa de venganza y depuración política”. Ambas publicaciones consignaron las listas de los caídos, que sumaban 119.
El “Caso de los 119” se conoció en Chile cuando la agencia UPI transmitió la versión desde Buenos Aires, citando al semanario “Lea” que nunca más volvió a circular. En Santiago el 23 de julio el diario “El Mercurio” consignó la información basada en fuentes del régimen que no identificó, bajo un título que decía “Ejecutados por sus propios camaradas”. El matutino “Últimas Noticias” informó: “Sangrienta pugna en el MIR”, citando también fuentes responsables del gobierno, mientras “La Tercera” tituló en su portada: “El MIR ha asesinado a 60 de sus hombres”.
Al día siguiente, el vespertino “La Segunda” publicó este despreciable titular de antología: “Exterminan a miristas como ratas”.
Para quien escribió esa grotesca metáfora, los muertos no eran hombres y mujeres jóvenes sino “ratas”. Cuando quiso crear un titulo que causara impacto, olvidó que el Periodismo está al servicio del Hombre y “detrás de cada Hombre hay una historia” y una familia.
Pero ese día 24 de julio de 1975, “El Mercurio” quiso ir más lejos en su afán por congraciarse con la dictadura militar. En un artículo editorial se hacía eco de la versión difundida por el régimen sobre los asesinatos entre camaradas y refutaba las críticas de organismos internacionales, por las violaciones a los derechos humanos en Chile. Textualmente el decano de la prensa señalaba:
“Los políticos y periodistas extranjeros que tantas veces se preguntaron por la suerte de estos miembros del MIR y culparon al gobierno chileno de la desaparición de muchos de ellos, tienen ahora la explicación que rehusaron aceptar. Víctimas de sus propios métodos, exterminados por sus propios camaradas, cada uno de ellos señala con trágica elocuencia que los violentos acaban por caer víctimas del terror ciego e implacable que provocan, y que, puestos en ese camino, ya nada ni nadie puede detenerlos”.
¿Publicará ahora “El Mercurio” algún editorial para defender a los 98 procesados por la “Operación Colombo”? “La Segunda”, “Ultimas Noticias” y “La Tercera” ¿explicarán algún día ante la Historia y sus lectores por qué se hicieron cómplices de esta masacre y este montaje que cometieron agentes de una dictadura?
En marzo de 2006, a 31 años de la “Operación Colombo”, el Colegio de Periodistas emitió un fallo de su Tribunal de Ética, para sancionar a los profesionales involucrados en la maniobra comunicacional de los militares. Varios de ellos fueron absueltos de cualquier sanción, por falta de pruebas. Otros, los que dirigían esas publicaciones en 1975 recibieron a modo de castigo moral seis meses de suspensión como miembros de la Orden.
Y eso fue todo.
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Enrique Fernández
Periodista
Profesor universitario