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El ‘chiki-chiki’ es el nuevo fenómeno social de la Sexta en televisión española

lunes 10 de marzo de 2008, 14:29h
Llega la controversia. Entre los puristas eurovisionistas y los entusiastas del festival del humor. El producto Buenafuente contra el anquilosado festival de música ‘europea’. Hay quien dice “qué gracioso”; otros, “qué horterada”. Pero, aparte de opiniones, cada uno tiene lo que se merece y los españoles nos hemos empleado en que Rodolfo Chikilicuatre nos represente en Belgrado el próximo mayo, con su tupé, su guitarra de juguete, su estribillo carne de discoteca y sus bailarinas ‘almodovarianas’. Una parodia de argentino aspirante a estrella de la canción será España en Eurovisión.
Se ha cumplido lo que muchos se negaban a reconocer. ‘Baila el chiki-chiki’ se va de la mano -y por los pies- de Rodolfo Chikilicuatre, el colaborador de Buenafuente en la Sexta, a la 52º edición del Festival de Eurovisión que se celebrara en la capital del recién desmembrado estado de Serbia, Belgrado. Cincuenta y una naciones participarán en la fiesta de la música europea y, para consuelo ¿de tontos?, no somos el único país que se la toma a broma: Irlanda mandará una marioneta con forma de pájaro.

En lo que a España, estrictamente, se refiere, el fenómeno Chikilicuatre no deja impasible a la mayoría de los españoles; unos que lo votaron, otros que sólo se ríen y los que aborrecen la guasa desmedida porque sobrepasa los límites del humor para entrar en la chabacanería. Pero nada más lejos de la realidad: los televidentes y amantes del invento lo decidieron así. La indignación de los detractores se proyecta más hacia los propios españoles que contra el cómico estrella televisivo del momento.



Han pasado 40 años desde que Massiel triunfara con el La, la, la… y un año más tarde lo hiciera Salomé. Transcurre el tiempo y cambian las formas. De los más de 500 aspirantes prestados a la innovadora fórmula de la televisión pública aliada con mySpace sólo diez superaron la criba, cinco elegidos por el Jurado y cinco por el público a través de mensajes de texto y llamadas telefónicas.

Y esos diez acudieron a ‘Salvemos Eurovisión’, una gala presentada por la exageradamente adulada Raffaella Carrá, en la que el voto era de los ciudadanos impresesionados por el fenómeno eurovisióndosmilocho, mayoritariamente entregados a la causa del ‘chiki-chiki’, y la voz, de los miembros del Jurado, que confiaba en que Chiquilicuatre se quedaría en la nota de humor del evento y sólo en eso.

Pero la pretensión de Televisión Española de resucitar Eurovisión, un festival que antaño era todo un acontecimiento televisivo y ahora anda de capa caída, no ha respondido al gusto de todos. Se ha conseguido que se hable de la gala europea, y el mérito, guste o no, se le debe en gran medida a la Sexta y sus secuaces.

La audiencia se espera alta en esta ocasión. Quién le iba a decir a Televisión Española que para superar sus índices de audiencia y remontar el déficit de la cadena pública tendría que recurrir al ingenio de una televisión privada.

Ahora nos importa Eurovisión. Ahora está en el punto de mira de los españoles, los encantados con la idea y los indignados con la ocurrencia. Pese a quien pese, la decisión ha sido democrática, los ciudadanos han votado y consentido. Ahora toca esperar que los jurados de los distintos países europeos compartan el humor de Spain, que sin duda is different. Para consuelo de todos, no nos sentiremos perdedores si perdemos y extraordinariamente ganadores si quedamos en alguna posición respetable: ¿Seríamos entonces cutres, simpáticos o, sólo, comprensiblemente diferentes?
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