En sus narices" tiene la sociedad venezolana un excelente ejemplo de modernidad. ¡Una cara cierta de futuro! Cuando el carisma es utilizado para crear valor social, armonía, productividad, felicidad, paz. No aprovechado en proyectos personalistas, sectarios e improvisados usando el miedo y la guerra como factor de cohesión social. Y un objetivo principal de vivir para disfrutar de shows financiados con dinero del pueblo. Simplemente volver a épocas en que cada caudillo montaba su revolución, su montonera y siempre era "la mejor del mundo".
Nadie duda que toda obra y ejecución que no se mide con indicadores trasparentes sólo sirve para hacer el ridículo. Evidencia de entrar y aprovechar con buen pie la globalización es competir. Y si bien se puede estar bendecido por lo que el genial García Lorca llamó "El duende", el éxito se logra con disciplina, trabajo, respeto a las normas y ejecuciones magistrales de dignidad al no caer en la conducta infantil de segregar humanos por color o clase social. Donde todos los participantes son tan importantes como el director. A ninguno se compra ni se le hace sentir "pobre diablo", dándoles migajas de ayudas. "Se les enseña a pescar", no se les humilla dándoles el pescado. Y quien no llena los requisitos para que la sonata se convierta en armonía de dioses se apoya y después se reintegra a la orquesta donde todos son iguales.
Este tipo de venezolano está dibujado en Gustavo Dudamel, de 26 años, quien a su edad ya ha estremecido diversos escenarios internacionales. Quien no tiene temor de medirse de tú a tú con los grandes del mundo. Quien respeta esquemas y su encanto lo proyecta seriamente para fomentar armonía. Su competencia y amistad no es con los más transgresores; es con los gigantes del trabajo productivo como Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín.
Su escenario es ser el mejor entre los superiores; no ser el peor entre los más transgresores y mentirosos. Su meta no es montarse en los sortilegios que ofrece el mundo mediático gastando fortunas para venderse como amante de la paz. Y similar a una gran resurrección social, de todas partes emergen miles de Dudamel. Jóvenes con espíritus limpios y prendados de realidad se alistan no para matar ni falsear, sino para tomar la batuta de la nueva Venezuela.
Luis José Uzcátegui
Médico psiquiatra y antropólogo venezolano
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