Un nuevo toque de alarma ha lanzado Amnistía Internacional en su más reciente informe sobre los episodios de violencia perpetrados por milicias afiliadas a Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) y al actual gobierno de Siria, en el marco de una serie de ataques consecutivos, deliberados y dirigidos contra la minoría alauita en las provincias de Tartús, Latakia y Hama.
Informes documentados de Amnistía Internacional coinciden con los de la Red Siria de Derechos Humanos, que denuncian ataques contra decenas de civiles desarmados, incluidos niños. Detrás de estos actos se encuentran individuos no identificados y miembros de grupos armados presuntamente apoyados por las fuerzas de seguridad del gobierno interino y milicias leales a las actuales autoridades de Damasco.
Las facciones que posteriormente se agruparon bajo el paraguas de HTS intentaron presentarse como los nuevos salvadores de Siria a través de la campaña militar “Disuasión de la Agresión”, liderada por Abu Muhammad al-Jolani (también conocido como Ahmad al-Sharaa), quien buscaba alcanzar el poder en la nueva Siria. Sin embargo, pese a sus esfuerzos por renovar su imagen, la ideología fundamental del grupo permanece profundamente enraizada en el salafismo yihadista, reconociendo únicamente el lenguaje de la sangre y la violencia.
Aunque el grupo ha recibido apoyo directo de países como Turquía y Qatar, el control de las múltiples facciones yihadistas afines al actual régimen resulta extremadamente complejo, debido al arraigo de una ideología violenta que busca imponer una versión radical de la sharía. Los acontecimientos de marzo pasado en la costa siria confirmaron lo difícil que resulta disciplinar a estas facciones.
Incluso después de acceder al poder, estas agrupaciones son consideradas como organizaciones terroristas por Naciones Unidas, Estados Unidos y varios países, debido a sus orígenes, ideología y vínculos históricos con Al-Qaeda y el Estado Islámico (ISIS).
Mapa de las milicias
El movimiento Ahrar al-Sham se originó en 2011 como una mezcla entre grupos de orientación islamista yihadista y una agenda inicialmente local. Sin embargo, su ala yihadista fue el primer grupo en fusionar ideología local con afiliación directa a Al-Qaeda, hasta su desvinculación formal en julio de 2016.
Hay’at Tahrir al-Sham se formó el 28 de enero de 2017 mediante la fusión de Jabhat Fateh al-Sham (antigua Frente al-Nusra), Movimiento Nour al-Din al-Zenki (que más tarde se separó), Jabhat Ansar al-Din y Liwa al-Haqq. Su influencia se expandió principalmente en el noroeste de Siria, donde estableció una administración civil bajo el nombre de “Gobierno de Salvación” en Idlib. Aprovechando el alto el fuego entre 2020 y 2024, organizaron 18 brigadas militares activas.
En la composición interna de Hay’at Tahrir al-Sham resurge con fuerza la ex Frente al-Nusra, clasificada como terrorista en numerosos países. El grupo aglutina organizaciones armadas caracterizadas por su violencia como Ansar al-Din, Nour al-Din al-Zenki, Jaish al-Sunna, y Liwa al-Haqq, además de una amplia red de grupos afiliados a Al-Qaeda como el Emirato del Cáucaso, el Partido Islámico del Turquestán, Jaish al-Izza y Jaish al-Nasr, muchos de los cuales han atravesado importantes divisiones y reconfiguraciones.
Según el Instituto Italiano de Estudios de Política Internacional, la organización atrajo a miles de combatientes extranjeros en sus inicios, con un enfoque en el apoyo a los musulmanes sirios sin mostrar ambiciones directas de gobierno. Durante este periodo, también buscó alianzas con facciones locales y civiles, presentándose como una fuerza comprometida con la lucha contra el régimen sirio y sus aliados.
En abril de 2013, Frente al-Nusra rompió lazos con ISIS y se adhirió al núcleo central de Al-Qaeda bajo el liderazgo de Ayman al-Zawahiri. Contrario a lo esperado, esta etapa representó un giro aún más radical, debido principalmente a la salida de cientos de combatientes extranjeros que consideraban a al-Jolani excesivamente indulgente y optaron por unirse a ISIS.
Conflictos internos
Un análisis histórico de Hay’at Tahrir al-Sham revela que los conflictos internos han sido frecuentes. Cuando el grupo se separó de Al-Qaeda y se renombró como Frente Fateh al-Sham en 2016, surgió una fuerte oposición interna de miembros fieles a la red de Bin Laden. Estos disidentes fundaron entonces Hurras al-Din, que permaneció como representante de Al-Qaeda en Siria hasta su disolución oficial el mes pasado, aunque había perdido presencia efectiva desde 2020 tras una campaña de represión por parte de HTS que desmanteló sus bases militares.
En 2017, la organización comenzó a promover la idea del “Estado suní”, presentándose como la defensora de los sunitas frente al régimen alauita. Este discurso se mantuvo vigente hasta diciembre de 2024, cuando la organización avanzó hacia Damasco.
Con el inicio del periodo de transición política, HTS intentó modificar su imagen, abandonando la retórica sectaria para adoptar el lema “Siria para todos los sirios”. Sin embargo, estos intentos se desmoronaron ante la realidad de la violencia sectaria en la costa, donde aún se registran masacres. Como dato preocupante, el primer ministro de Justicia nombrado por el gobierno de al-Sharaa, Shadi al-Waisi, fue identificado en un video de 2015 ejecutando públicamente a dos mujeres acusadas de adulterio.
Desde su llegada al poder, HTS ha intentado proyectar una imagen de apertura, aunque en la práctica su accionar ha sido excluyente y sectario. Testimonios recogidos por Amnistía Internacional indican que el gobierno de al-Sharaa no tomó medidas para frenar las matanzas ni proporcionó vías seguras de evacuación a la población civil.
Dos habitantes de la costa siria contaron a Amnistía que tuvieron que caminar más de 15 kilómetros por el bosque para escapar. Otros tres afirmaron que solo pudieron huir gracias a que lograron conseguir vehículos proporcionados por la propia Hay’at Tahrir al-Sham.
Mirada al futuro
La cadena pública australiana SBS resumió la situación actual con una mirada hacia el futuro, afirmando que Hay’at Tahrir al-Sham es el reflejo de la complejidad del conflicto sirio. Se trata de una organización nacida del caos, que accedió inesperadamente al poder y que ahora se enfrenta a múltiples desafíos ideológicos, políticos y militares. La realidad de la violencia en la costa revela su sectarismo.
Tras la caída del régimen de Bashar al-Assad el pasado 8 de diciembre, las facciones yihadistas lideradas por Abu Muhammad al-Jolani (Ahmad al-Sharaa) se hicieron con el poder, generando grandes interrogantes sobre la naturaleza de la nueva etapa en Siria: ¿predominará la guerra interna o se logrará una etapa de estabilidad?
En medio de estas transformaciones, el papel de los grupos armados y su compromiso con la paz se presentan como elementos clave para definir el futuro de Siria.