La decisión de la Comisión Europea de suspender durante 90 días sus contramedidas arancelarias surge como respuesta directa al aplazamiento parcial, por parte de la administración estadounidense, de la aplicación de nuevos aranceles a múltiples socios comerciales. Esta tregua temporal ha sido percibida como un intento de reencauzar las negociaciones bilaterales y evitar una escalada mayor en las tensiones comerciales, aunque los mercados siguen evaluando con cautela la sostenibilidad de este giro estratégico. En este contexto, el impacto para la eurozona es significativo.
El fortalecimiento del euro frente al dólar, junto con la caída del precio del crudo y la desaceleración de la inflación, ha reforzado las expectativas de un recorte del tipo de depósito por parte del Banco Central Europeo en su próxima reunión del 17 de abril. Los mercados monetarios ya descuentan al menos un ajuste adicional antes del verano, ante la creciente percepción de riesgos externos que podrían deteriorar aún más la actividad económica de la zona euro.
Por su parte, los últimos datos de inflación en Estados Unidos han ofrecido una lectura mixta. El índice de precios al consumidor cayó un 0,1% en marzo, registrando un aumento interanual del 2,4%, por debajo del 2,8% de febrero. La inflación subyacente también se moderó hasta el 2,8%. Sin embargo, el reciente aumento de aranceles hasta el 125% sobre productos chinos podría revertir esta tendencia en los próximos meses. La Reserva Federal mantiene una postura prudente.