Estamos inmersos en un tiempo extraño en el que parece que todo va a cambiar y, seguramente, no cambiará nada sustancialmente. Sí, vamos a tener cuatro años demenciales con la política global en manos de un narcisista zumbado, pero Trump puede morir antes de tiempo, de un infarto habida cuenta de sus malos hábitos de vida, de un tiro a mil metros por un francotirador ex Navy Seal o, simplemente, de viejo.
No es un gran consuelo para la humanidad que la mayoría estemos pendientes de si a este majadero le vuelan la oreja o hay suerte y le aciertan más a la derecha. Estará cuatro años, se llevará por delante (en su país) todos los derechos esenciales que pueda, como un mastodonte en una cacharrería, facilitará los negocios de Blackwaters, la mayor compañía del mundo de ejércitos mercenarios, y de Lockheed Martin, el mayor fabricante de armas del mundo, ambas empresas americanas, y en el camino se habrá cargado unas cuantas antigüedades valiosas.
Además, odia a Europa. Básicamente, porque no nos entiende. Para Trump el mundo se limita a Nueva York con extensión al medio oeste wasp (white anglo saxon protestant) y lo demás son o lugares de vacaciones o lugares para construir lugares de vacaciones. Ahora está empeñado en construir Gaza-A-Lago y seguramente en un par de meses, cuando ya se haya desecho de Volodimir Zelenski con las formas brutales que lo caracterizan, querrá construir Kiev-A-Lago. Hablamos de un megalómano con el nivel mental de un protozoo.
En Europa inventamos la filosofía, la teología, el mundo judeo cristiano, la democracia, los derechos humanos y hasta la revolución de su país que habría sido imposible sin militares como los franceses Rochambeau o el Marqués de La Fayette, o intelectuales como los británicos James Wilson, Joseph Prieston y Thomas Paine, padres también de la patria gringa. Saquémoslos de paseo y achantemos a los gringos que ni su país fueron capaces de construir sin nuestras ideas y nuestros militares.
Trump es un zote, un hombre con escasos estudios, educación rala, absoluta incapacidad de empatía y matón del curso. Como dijo su propia madre, he’s an idiot with zero common sense. Para Trump, la cultura es la tienda de souvenirs del metro en Times Square.
Ahora la banda del matón del barrio ha cogido las riendas y nos está dando a todos los gordos con gafas. Yo ya pasé por eso hace años y aprendí a defenderme porque a los matones se les gana poniéndoles límites. ¿Qué para eso hay que ser valiente y tener claras las cartas con que se juega? Sí, pero sobre todo hay que dar un paso al frente, asumir riesgos y tener coraje. Las mamonadas pasivo agresivas del guapito de Moncloa sólo sirven para alimentar a su troop de rookies y son lo contrario a dar la cara. Hay que estar dispuesto a recibir cuatro hostias del matón, pero también a soltarle a él tres bien dadas.
En Europa los yanquis tienen 275 bases militares (de un total de 544 por todo el mundo) con 100.000 efectivos desplegados. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo los vasallos del país más inculto del planeta? Poner a Trump contra las cuerdas no es tan difícil: sólo la amenaza de echarlos de las 2 bases que tienen en Cádiz, claves para “su” control del Mediterráneo dará frutos. Ni imagino lo que sería que Alemania le dijera que 123 bases en su territorio son muchas y que a lo peor, habida cuenta de que Estados Unidos ya no es fiable ni como comparsa, se las pueden ir desmantelando por donde amargan los cucumbers de Arizona.
Muchos estamos convencidos de que el mayor tirano occidental en lo que va de siglo acabará mal porque los individuos como él, incultos, brutales y con poder, acaban cagándola con una tan gorda que hasta los suyos querrán cortarle la cabeza.
Trump, un grandísimo hijo de Putin, está humillando a Europa en general y a Ucrania en particular. Ha entrado con sus patas elefantíasicas a cargarse 80 años de diplomacia y construcción aliada. Por lo menos ahora ya es evidente que nunca hemos sido sus aliados, solamente sus vasallos. Es hora de enseñarle al matón por donde sale el sol y decirle a los yanquis que estúpidos hay en todas partes, pero mientras en Europa están en la calle gritando al cielo como orates, en su país los hacen presidentes.