Sí, yo también voy a escribir de lo de Karla Sofía Gascón, una mujer que, aunque no la conozcas personalmente, como es mi caso, estos días, es imposible no saber de ella.Una mujer, actriz, transexual y que está triunfando en todos los festivales hasta el punto de conseguir una nominación a los Óscar por su papel protagonista en “Emilia Pérez”, por cierto, primera actriz española en conseguir ese hito.
En este momento de lo “políticamente correcto”, pese a que todo lo político y lo que le rodea es absolutamente incorrecto, nos rasgamos las vestiduras y se lincha a una persona que hasta hace una semana se había encumbrado a los altares, porque, escudriñando en su pasado, se han descubierto unos tweets de no sé hace cuantos años, de corte islamófobo, racista incluso hay quien apunta a una tendencia de derechas ¡Pues ya estaría! ¡Cancelada! No entiendo la gestión que ha hecho la actriz de esta crisis ni voy a justificar el contenido de esos tweets, que son absolutamente deplorables y reprochables, pero no dejan de ser la opinión de una persona más allá de la artista, que no piensa como yo, incluso que no sé si ella seguirá pensando lo mismo, porque como diría mi padre: “los hombres no son ríos”. Nada disculpa sus exabruptos, independientemente que sea una realidad que personas como ella en ciertos países islamistas son criminalizadnos, perseguido y en ocasiones obligados a la clandestinidad.
Hace unas semanas lo más de lo más era reconocer el mérito de Karla Sofía Gascón, y no solo como actriz sino por lo que representaba, incluso por su carácter directo e ingobernable. No hace tanto la aplaudían por el momento incómodo que le hizo pasar al “facha”de Pablo Motos, poniéndole contra las cuerdas incluso, en algún instante de la entrevista en El Hormiguero, rozando la mala educación. Pero de repente investigan en su pasado, que digo yo que ya lo podían haber hecho antes, y descubren que esa incorrección que aplaudían ya no les gusta. Y es entonces cuando la descienden a los infiernos hasta el punto de renegar de ella, empezando por el director de la película, borrarla del cartel, no editar su libro y vetarla en Netflix, la gala de los Óscar y la de los Goya. Hasta el Ministro de Cultura, Urtasun, que la recibió en enero admirando su talento y poniéndola de ejemplo del triunfo de la diversidad -con foto incluida-, ahora la repudia.
No se está cancelando a una actriz, se está cancelando a una persona, una vida entera y puede que una carrera que ya ha llegado a su fin. La diversidad está bien si es de izquierdas, la inclusión es lo mejor si volvemos al “calladita estás más guapa”. No está permitido cometer errores, no se puede opinar si no opinas como yo y solo se permite cambiar de opinión al que es de los míos. Las oportunidades no dan lugar a segundas oportunidades, según en qué casos, claro. Bajo la máscara de la tolerancia se esconden los mayores intolerantes que no te perdonarán por un pasado que marcará tu presente y condenará tu futuro.
Cuidado con la espontaneidad porque hoy todo deja huella, si son de “dedo fácil” sujétense. Hoy, más que nunca, antes de decir o escribir cualquier cosa más vale pensarlo, porque las palabras sanan, pero también, como en este caso, matan.