La semana pasada el presidente de Estados Unidos dijo que exigiría a la Reserva Federal que redujera los costes de los préstamos, afirmando que conocía los tipos de interés mucho mejor que las personas encargadas de tomar esa decisión.
Si bien el comentario se considera más retórica que un plan para limitar la independencia de la Reserva Federal, no es la primera vez que los políticos han invadido un área que generalmente ha estado fuera de sus límites. Ayer, la presidenta del BCE se pronunciaba a este respecto declarando que la independencia de los bancos centrales está siendo cuestionada en algunas partes del mundo y una mayor influencia política podría socavar la capacidad de los bancos para mantener baja la inflación, arriesgando la volatilidad económica.
Señaló que la presión política persistente sobre un banco central aumenta la volatilidad del tipo de cambio y eleva los rendimientos de los bonos y las primas de riesgo, añadiendo que este tipo de volatilidad podría dificultar el control de la inflación, lo que genera preocupación de que los bancos centrales independientes no estén cumpliendo con sus mandatos. Las declaraciones de la presidenta del BCE se producen justo antes de las reuniones de la Reserva Federal y del BCE esta semana. Se espera que la Reserva Federal mantenga los tipos de interés sin cambios y que el BCE los recorte, argumentando que la inflación está bajando lentamente y que algunas propuestas de políticas de la nueva administración estadounidense podrían en realidad aumentar las presiones sobre los precios, lo que probablemente generará críticas de la Casa Blanca.