También en los EEUU el globalismo ha fracasado, mientras tanto, el woke hunde a la izquierda sistémica europea en la miseria.
Ahora nos podemos encontrar en una batalla a tres bandas. A saber, el trumpismo que representa a un potente sector del capitalismo anglosajón ultra-nacionalista y proteccionista en el interior e intervencionista e imperialista con el exterior tratando de amedrentar e imponer su dominio.
El trumpismo, es la versión moderna de la extrema derecha, lógicamente pro-capitalista y pro EEUU grandes y soberanos, América primero. Por tanto la administración Trump como sus aliados en el mundo van a trabajar para consolidar el imperio. Trump no admite disidencias internas. Meloni, Abascal, Milei, Feijoo o trabajan para él y por los intereses de los EEUU o serán sustituidos. El ropaje ideológico lo pondrá él, al objeto de conseguir un continente europeo y americano vinculados a sus exigencias, su negocio privado y el de sus oligarcas amigos.
Trump es necesario para un imperio en decadencia y un capitalismo agotado que sobrevive a base de burbujas especulativas y materias primas y mano de obra baratas. El subempleo y el trabajo indigno e informal avanzan en el occidente que cree ser el primer mundo. Ante unas políticas de agresión a la natalidad durante años, las grandes patronales europeas importan mano de obra semi esclava y la traen en pateras, cayucos y desvencijados barcos de la muerte con el apoyo de slgunas ONGs, al tiempo que esas mismas gran-empresariales financian a la extrema derecha. Europa y sus imperios destrozaron África y ahora una ola de la desesperación llena pequeñas islas europeas. Lo mismo ocurre en los EEUU, país forjado por inmigrantes que ahora también los utiliza para fortalecer el trumpismo. Por un lado se benefician de trabajo sin condiciones y por otra utilizan la masa obrera recién llegada para mantener su poder y seguir explotando mejor.
Esa es una parte de la lucha política del territorio OTAN. Al otro lado el globalismo que es el gran protector del Woke, tratara de iniciar una lucha política en nombre de la democracia, el respeto por las reglas democráticas, el respeto a selectas minorías, e incluso slogans publicitarios de izquierdas o el pasado ya lejano y olvidado de nuestros orígenes en el detestado movimiento obrero. Pero se van a encontrar una clase obrera que desconfía profundamente, se ha vuelto descreída y terriblemente engañada. Privada de sus partidos, con las cúpulas sindicales inmersas en el woke y llenas de simples profesionales del rollo, será muy difícil frenar el ascenso de las extremas derechas. Las extremas derechas crecen gracias a los errores, olvidos y cesiones de la “izquierda” institucional. Esto nos deja desnudos ante Trump e incapaces de movilizar. Porque haber cuando sanchistas, populistas “progresistas” y los “sindicalistas” se enteran, los votos valen poco, muy poco, sino van acompañados de la creación de conciencia y cultura del trabajo y la transformación social. Si un partido o coalición woke vencedora no es capaz de salir a la calle, estar en la calle y tener capacidad de frenar lo que haga falta, los votos duran un tiempo, pero luego llegan los amos y nos parten el espinazo.
La tercera opción será la capacidad de formar una alternativa. La posibilidad o no de trabajar en la recreación del espacio del Trabajo. De construir la alternativa política igualitaria y por la soberanía ya sea política, social y económica. La lucha de clases olvidada y el trabajo de educación popular abandonado. Esto no tiene solución sino se ofrece un programa claro. El trabajo es duro y difícil. Los trumpistas europeos y los woke coinciden en querer OTAN, Unión Europea neoliberal, ser parte del imperio anglosajón y mantener la ideología colonial y la supuesta superioridad moral de occidente. El jardín europeo. Pero es que el jardín europeo quien lo está destruyendo es la sumisión a los EEUU gobierne quien gobierne desde la Casa Blanca y ahora es Trump. Si esto es así, ¿porque nos extrañamos si avanza el trumpismo? Si EEUU es el mejor de los mundos posibles y el aliado fundamentas de España, pues ahora que solo Abascal ha ido a la toma de posesión de Trump, ese es el elegido, el mejor para Trump, estúpidos, porque mucha gente sin ideas, ni cultura política, ni conciencia de clase así lo entenderá.
Es por eso que es imprescindible levantar la alternativa. Deshacerse de las fracasadas, los fracasados y les fracasades, no nos sirven, además ponen a los pies de los caballos a las propias minorías que dicen defender y que deben gozar de todos los derechos, sin eliminar o atacar a otros derechos nobles, por los que las mujeres llevan luchado hace más de cien años. Perjudican los woke y han perjudicado duramente, a las mujeres. Se han cebado contra las mujeres. Esa estrategia no sirve, bueno corrijo, le sirve al trumpismo. Hay que regresar a la cultura obrera, a las organizaciones del Trabajo en el siglo XXI y teniendo en cuenta el nuevo periodo de explotación cruel disfrazada y disimulada que las personas jóvenes sufren y van a sufrir cada día más, con salarios bajos, vivienda imposible, sanidad pública bajo mínimos y pensiones cosa del pasado.
Ante un Trump que llega con ganas de revancha y de implementar su programa aunque sea por la fuerza de las armas, que va a servirse y utilizar Europa, controlándola en su exclusivo interés, es decir si hace falta, hundirla. España para él, es algo intrascendente y en todo caso perjudicara a nuestra agricultura de primor dificultando las exportaciones al objeto de facilitar los negocios de lobby agrario de los EEUU. Un Trump que ve el mundo como un lugar donde enriquecerse él y sus amigos y que oculta planes para por ejemplo hacerse con Gaza para sus negocios privados, es un ser despreciable, pero tan negativo para la clase trabajadora mundial, como aquellas y aquellos que han facilitado su llegada.