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Un partido mediocre

jueves 05 de diciembre de 2024, 10:45h

He trabajado la mayor parte de mi vida en multinacionales o para ellas. Si algo le queda claro a uno desde el primer momento es la precisión de sus sistemas y dinámicas de trabajo. El resultado es una organización enfocada a la eficiencia de las tareas individuales y esto genera una estructura globalmente eficaz. En otras palabras, un sumatorio de individualidades coordinadas con más músculo que grasa, más inteligencia que astucia y más preparación que improvisación.

Por su propio funcionamiento, las empresas gestionan el hoy, el corto plazo, pero son instituciones que pretenden sobrevivir más allá del ejercicio corriente por lo que se ven obligadas a planificar el medio y el largo plazo. Cada año se prepara el presupuesto del año siguiente, centrado en los objetivos por área y perfectamente ajustado al dinero asignado. Este documento se actualiza cada mes y es la Biblia pues tiene que cumplirse.

En paralelo, existe un documento, el Five Years Plan, que detalla los objetivos de cada área para los próximos cinco años. Las ideas principales se definen en el cuartel general y suele establecer tres o cuatro objetivos claros para un quinquenio. Luego, cada filial en su país y cada departamento en su filial detalla sus planes para conseguir esos objetivos. Esta forma de trabajar aúna los esfuerzos individuales y los concentra en unos pocos objetivos comunes y a largo plazo.

El PP, que uno creería que por ser un partido alternativa y existir en la undécima economía del mundo, sita en Europa, lo haría de manera semejante a como he descrito, resulta ser un desastre organizativo.

Seguro que tienen un manual corporativo, protocolos de esto y aquello, pero ni saben aplicarlo ni están por la labor de hacerlo. Génova 13 es la casa de Tócame Roque y si uno pone la lupa sobre algunos de sus más eximios colaboradores, se acaba por ver comportamientos curiosos.

Ya no es que exista un grupo que quiere ser jefe en lugar del jefe, siempre hay un grupo así, es que lo tiene sentado en la ejecutiva y el autoboicot es obvio al buen observador. También hay en esa cúpula un grupo no desdeñable de personas con escasa capacidad intelectual o con muy rala preparación. En general, se trata de políticos-pollo, cultivados en una granja, alimentados con el mismo discurso, domesticados en la obediencia lameculera y castrados del librepensamiento desde jóvenes. La única decisión que toman todos los días es Hoy no tomaré decisiones.

El PP está perdido en su inopia y no se da cuenta de que, salvo Juanma Moreno o Díaz Ayuso, está rodeado y conformado por gentes muy torpes de las que más de uno y más de una vez se ha preguntado si no será que no dan pa’ más.

El manejo de Carlos Mazón de la dana y la postdana es vergonzoso, desde la subidita de sueldos disfrazada de salvador con mando en plaza hasta la consideración como víctimas de la dana a las dos conselleras cesadas. Todos nos preguntamos ¿tan poco poder tiene Feijoo que no puede parar en seco a este cantante de Bodas y bautizos y sus conselleras cheer leaders?

La solución es fácil: cuando manden cada mañana el argumentario a sus cargos, sólo digan Mantened la boca cerrada, merluzos. Subirían tres puntos en la intención de voto. Si además fueran capaces de que Feijoo manejase datos del siglo 21 y no de la época de Castelar, miel sobre hojuelas y otro punto p’arriba.

Veo a gente como Cayetana Álvarez de Toledo o Borja Sémper y los comparo con Dolors Montserrat o con Isaías Bendodo o con Miguel Tellado y pienso que estos no habrían durado ni seis meses en ninguna de las empresas en que he trabajado.

Sólo deberían hacerse una pregunta: ¿Cómo puede ser que con toda la munición que tiene el PP en esta legislatura, cada sesión de control al gobierno se convierta en sesión de control contra ellos?

Son un partido, sí, pero sinónimo de fraccionado, fragmentado, dividido, roto, truncado o cortado, y no por que haya muchas corrientes ideológicas en su seno —de hecho, las corrientes están prohibidas en el PP— sino porque hay muchos trepas, cada uno con su propia agenda, el ejército de Pancho Villa o Vaya tropa, en palabras de Rajoy.

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