La crisis del Covid-19, la inflación, los precios de los alquileres… Muchos ciudadanos enfrentan, en alguna ocasión, un momento económico difícil que puede, incluso llevar a una situación de insolvencia financiera con el paso de los años. Cuando llegan esos momentos complicados, las personas afectadas buscan soluciones para poner fin a sus deudas y, una de ellas, es acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad. A pesar de sus beneficios evidentes, muchas personas se resisten a acogerse a ella debido a una serie de miedos y preocupaciones. Por ello es aconsejable recurrir a especialistas cuando se quieren hacer consultas sobre la ley de segunda oportunidad.
Hemos preguntado a los expertos cuáles son esos miedos que han detectado al pensar en la Ley de Segunda Oportunidad para poner fin a ese bache financiero y qué se puede hacer para superarlos.
Miedo a perder bienes personales
Un temor recurrente respecto a este mecanismo es la preocupación por perder sus bienes, como la vivienda, el coche u otros activos importantes. Existe la creencia errónea de que acogerse a la LSO significa renunciar a todas las propiedades personales, lo que genera una gran resistencia a iniciar el proceso. Esto no es necesariamente cierto. La Ley de Segunda Oportunidad permite a las personas conservar ciertos bienes, especialmente aquellos que son esenciales para su vida diaria o su actividad profesional. En muchos casos, es posible llegar a acuerdos que protejan la vivienda habitual o vehículos necesarios para el trabajo o bien diseñando planes de pago con los que mantener la vivienda pero ir paulatinamente pagando esas deudas que han llevado a acogerse a la LSO.
Un camino complejo
Un proceso legal es difícil e intimidante para quienes no suelen convivir con los procedimientos jurídicos. La idea de enfrentarse a un sistema burocrático como este puede generar ansiedad, especialmente si se teme no entender correctamente los pasos a seguir o los derechos que se tienen. El escenario de estar “mi dinero en juego” no ayuda en ese sentido. Afortunadamente, existen abogados especializados en la Ley de la Segunda Oportunidad, como reclamador.es, que pueden guiar a las personas durante todo el proceso.
Posible impacto en el futuro económico y financiero
El miedo a las consecuencias futuras es otro factor, según los expertos de reclamador.es, que impide a muchos acogerse a esta posibilidad, pues existe la preocupación de que declararse en insolvencia dañe de forma irreversible la capacidad de obtener crédito en el futuro. Esto se traduce en dificultades para comprar una casa u otros bienes. Es cierto que acogerse a la LSO tiene un impacto en el historial crediticio, pero no es un daño permanente. A lo largo del tiempo, es posible reconstruir la reputación financiera mediante una gestión responsable de las finanzas y el cumplimiento puntual de las obligaciones económicas posteriores. Al finalizar el proceso, muchas personas descubren que es más fácil manejar sus finanzas, lo que les permite avanzar hacia un futuro más seguro.
Buscar asesoramiento legal especializado es clave para desmitificar los conceptos erróneos asociados a este proceso, además, de la mano de expertos, esos procesos burocráticos se hacen más fáciles, siendo ellos quienes se encargan de todo y basan su trabajo en su experiencia y dedicación diaria a ayudar a las personas a defender sus derechos.
Miedo a engaños
La persona que necesita acogerse a esta Ley suele estar en una posición de desconfianza continua. Es entendible, pues la acumulación de deudas puede afectar a la capacidad para digerir las situaciones complicadas y en este punto el ser humano tiende a protegerse.
El miedo a ser estafado es uno de los principales rechazos a acogerse a esta ley y se enmarca en la idea de qué o por qué resulta recomendable recurrir a una empresa especializada que se encargue de este proceso. Aquí, sirva la paradoja, reside la confianza que debe encontrar el usuario que necesita una segunda oportunidad. Si bien hay que ser cautos y únicamente confiar en empresas que muestran fiabilidad; no a la primera que se pone en nuestro camino, hay que leer reseñas, preguntas y ante cualquier duda buscar más profesionales. La Ley de Segunda Oportunidad está promulgada para ayudar, nunca para estafar, así que realizando una búsqueda detallada es posible encontrar una empresa que aporta garantías en este ámbito.
Estigma social: La vergüenza de pedir ayuda
Uno de los mayores obstáculos que enfrentan quienes piensan en acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad es el miedo al estigma social. Muchas personas sienten una profunda vergüenza al reconocer que no pueden hacer frente a sus deudas y necesitan ayuda para salir de una situación complicada. Este temor a ser juzgados por amigos y familiares es una de las principales barreras que les impide dar el paso. La LSO, en cambio, no debe verse como un símbolo de fracaso personal, sino como una herramienta para recuperar la estabilidad económica y empezar de nuevo con una base más sólida.
Además, en contraposición a lo anterior, los expertos señalan que resulta importante hablar abiertamente sobre las dificultades financieras y evitar verlas como un tabú. El respaldo de familiares, amigos y profesionales del derecho puede ser una fuente de apoyo crucial durante este proceso. Aunque los miedos son comprensibles, conocer en profundidad los beneficios y cómo funciona realmente el proceso puede ser el primer paso hacia una recuperación económica completa y una nueva oportunidad de prosperar.