Ayer dos miembros del BCE mostraron su preocupación por la nueva política arancelaria que se espera de Estados Unidos, señalando que les preocupa más el daño que podría hacer al crecimiento económico en la zona euro que cualquier impacto en la inflación. El vicepresidente del BCE y el presidente del Bundesbank hicieron hincapié en el impacto que las nuevas restricciones comerciales tendrían sobre la producción, mientras que se mostraron más optimistas sobre las perspectivas de inflación, que se ha ido relajando tras un repunte de dos años.
El primero señaló que el equilibrio de los riesgos macroeconómicos ha pasado de la preocupación por la elevada inflación al temor por el crecimiento económico y el segundo dijo que los aranceles prometidos por Trump pondrían patas arriba el comercio internacional, pero que no estaba excesivamente preocupado por su impacto en la inflación. También afirmó que si la fragmentación geoeconómica provocara mayores presiones inflacionistas, el BCE y otros bancos centrales podrían mantenerlas a raya mediante tipos de interés más altos. Donde, más pronto que tarde, es previsible tipos de interés más altos es en Japón. El gobernador de su banco central afirmó ayer que la economía estaba avanzando hacia una inflación sostenida impulsada por los salarios y advirtió del peligro de mantener el coste de los préstamos demasiado bajos, dejando abierta la posibilidad de otra subida de los tipos de interés el mes que viene.