La entrega del toricantano ya la mostró al irse al tercio para recibir de hinojos al de la ceremonia, al que después de la larga cambiada, le aplicó bellas verónicas y, galleando para llevarlo al penco, chicuelinas citándole a distancia. Majestuoso, tranquilo, con aplomo y seguridad tras los cuatro pases cambiados lo muleteó, siempre mandando en los terrenos, con lucimiento en series por ambos pitones, mejores los redondos, y una vez realizado el toreo fundamental echó mano de los circulares, los desplantes y unas bernadinas ajustadísimas. Hubo fuerte petición pero la presidenta sólo concedió una oreja.
Tampoco el nuevo doctor en tauromaquia se arredró en el último, marchándose de nuevo a recibirlo de hinojos y con nuevos bellos lances con el percal. El burel, más mansote dentro de la nobleza general y único bien presentado del encierro, le derribó cuando lo muleteaba de nuevo con el pase cambiado, y entonces Navalón, cojeando visiblemente, tiró de épica para, aun con menor calibre su labor, volver a emocionar al cotarro.
Dejó media atravesada y baja y necesitó un golpe de verduguillo para despenar a su enemigo, pero la petición fue unánime para ganarse el segundo trofeo y la obligada salida a hombros.
Manzanares y Roca fueron testigos de la gran tarde de su compañero, y en ningún momento le plantaron cara. El alicantino, sin demasiado compromiso, anduvo por allá y acullá con su ya tradicional ventajismo y no dijo nada. Y el peruano, con ese muletón de dimensiones telúricas, y abundante pico, tiró de pases pueblerinos y de efectos pinguís para sumar un contrato más sin apreturas.
FICHA
Toros de JANDILLA, mal presentados, excepto el 6º, flojos y noblotes. JOSÉ MARÍA MANZANARES: silencio; ovación, ROCA REY: silencio tras aviso; palmas tras aviso. SAMUEL NAVALÓN, que tomaba la alternativa: oreja con fuerte petición de la segunda; oreja. Salió a hombros. Plaza de Albacete, 14 de septiembre. 7ª de Feria. Lleno de no hay billetes.