El Partido Conservador británico prácticamente reconoció ayer por anticipado la derrota electoral ante el Partido Laborista, y anticipó una victoria récord de los Laboristas. Las encuestas anticipan el fin de 14 años de gobierno conservador que ha estado marcado en gran parte por el referéndum de 2016 en el que se aprobó la salida del Reino Unido de la UE, que finalmente se materializó cuatro años más tarde, y por las crisis políticas en el Partido Conservador con cinco primeros ministros desde 2010.
El análisis de las encuestas apunta a que los laboristas ganarán 484 de los 650 escaños del parlamento, mucho más que los 418 obtenidos por el ex líder del partido Tony Blair en su aplastante victoria de 1997. La campaña del líder laborista Keir Starmer, se ha construido bajo la promesa de “cambio”, aprovechando el descontento por el estado de los servicios públicos británicos y la caída del nivel de vida, síntomas de una economía lenta e inestabilidad política. El actual primer ministro ha tratado de persuadir a los votantes de que sus 20 meses en el cargo han puesto a la economía en una senda ascendente después de los shocks externos del COVID-19 y la guerra en Ucrania. Dice que Starmer tendrá que aumentar los impuestos para implementar su agenda de cambio y que cuanto mayor sea la victoria laborista, más envalentonado estará para aumentarlos.
Por otro lado, en Estados Unidos se acentúan los rumores sobre un cambio en el partido Demócrata que apartaría a Biden de la carrera a su reelección presidencial.