Creo que nunca un folio en blanco se me había resistido tanto. Cuando la pena lo invade todo y el alma se queja. El instante en el que las emociones, los recuerdos y las lágrimas se agolpan. Ese momento en el que mezclas la sonrisa con el llanto más desgarrador y triste. Cuando te sientes afortunada por lo vivido y desventurada porque te acaban de arrancar un pedazo de tu vida. No hay consuelo cuando la sensación es ¿Dios, por qué te llevas a los buenos tan pronto?
Nos ha dejado Constantino Mediavilla, la persona que más amaba la vida, para quien cada día era un regalo y que, pese a haberlo hecho todo, todo le quedaba por hacer porque “estamos vivos”. Ese hombre en constante aprendizaje y que tantas enseñanzas nos deja, su legado será eterno. Un periodista que adoraba su profesión, un ejemplo de oficio, de aquellos que dignifican el periodismo. Enamorado de la radio, de trabajar a pie de calle, de palpar la sociedad, un disfrutón de su trabajo y, por tanto, de la vida. Un visionario, pionero y valiente que en los albores del siglo XXI ya pensaba en digital y aparcó el papel creando Madridiario.es, el primer diario digital al que unió otra de sus pasiones: Madrid, dedicando incluso el nombre de su ciudad a unos prestigiosos Premios que se han convertido en una cita imprescindible cada año. ¿Quién le iba a decir entonces que llegaría a ser Cronista De la Villa y recibir La Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo?
Constantino logró una de las cosas más difíciles de este mundo: Ser profeta en su tierra. Y hoy ha conseguido el más “difícil todavía”: que políticos de todos los colores coincidan, poniendo en valor su figura, su persona, sus valores, su trayectoria y la inmensa pena de su partida. Eso solo lo puede conseguir un hombre bueno, de quien todo el mundo habla bien, quien ha dado la oportunidad a tantas personas, quien no entendía la vida sin compartir o sin ayudar, quien tenía la palabra justa en el momento preciso, quien contagiaba su pasión y sus ganas de hacer cosas, quien te envolvía con su voz y te sanaba con sus abrazos, quien conciliaba extraordinariamente en un mundo cada vez más confrontado. Cuya generosidad no tenía límites convencido de que en este mundo “cabemos todos”.
Mi gratitud es infinita. Constan ha sido una de las personas más importantes de mi vida: me dio alas cuando no sabía ni que podía volar, me acompañó a hacer realidad un sueño, creyó en mí cuando a mí me costaba hacerlo, me vio en el momento que yo no sabía mirarme, me acogió en su familia, personal y profesional, que desde el primer momento fue la mía, me regaló su amistad y su cariño, me dio seguridad y certeza en tiempos de incertidumbre, quiso a los míos como si fueran suyos, me cogió de la mano y solo le pido que no me la suelte nunca.
Viviré con tu ejemplo y con la confianza de volvernos a encontrar en ese cielo único de Madrid, al calor del brasero o de la chimenea, de cualquier manera, pero siempre, Com.permiso
¡Gracias por todo, amigo!
Tu escritora, Esther Ruiz Moya
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No(
