Este año no quiero ni juguetes ni corbatas ni camisas. Disculpadme, Majestades, pero ya no estoy, ¿o sí?, en época de juguetes y no me importa que muchos se hayan acabado en las tiendas; corbatas tengo más que suficientes y acabo de comprar las últimas de Aldeas Infantiles, que, por cierto, son una pasada; y en cuanto a camisas, nunca vienen mal, pero hay cosas más importantes.
Ya se que os piden cada año cosas más difíciles y que no sólo hay que llegar a todas las casas y hacerlo a tiempo, sino que hay que llevar lo que cada uno espera... o lo que necesita... Antes, recibíamos lo que necesitábamos, aunque no siempre coincidiera con lo que habías pedido. Pedías una bicicleta y Sus Majestades te traían unos pantalones y un jersey... Ahora, siento decíroslo, los niños reciben en exceso, incluso lo que no les conviene. El exceso, Majestades, nunca es bueno. Sois demasiado generosos.
Este año, lo que yo os pediría es que trajerais un saco de cordura, toneladas de entendimiento y un poco de paz a los hombres de buena voluntad y un tren de arrepentimiento y de propósito de la enmienda a los de mala voluntad. Hace meses, muchos españoles pedíamos, con un éxito descriptible, que Zapatero y Rajoy se sentaran y llegaran a un acuerdo antes de la negociación con ETA. Ahora es imprescindible que ambos, y si es posible los demás líderes, acuerden una política común, sin fisuras, frente a ETA. Media España se vuelve a sentir amenazada por los asesinos y no cabe hablar ya ni de ingenuidad del presidente ni de negativa absoluta al diálogo del PP. La situación no debería dejar espacios al oportunismo. Ahora toca la unidad de los todos contra los terroristas.
Sus Majestades deberían dejar en los zapatos unas gotas de sentido común. Los españoles sabemos quién es el enemigo y conocemos sus métodos. Nadie debería decir nunca más, y mucho menos el sorprendido ministro del Interior -carbón para él-, que sus razonamientos, los de los etarras, "no son como los nuestros". (Cuando uno llega a ese puesto, al menos, eso debería saberlo). Sabemos, también, cuál no es el objetivo: ni hacer desaparecer al PP del ámbito democrático ni ganar las elecciones próximas mediante el desgaste permanente del PSOE. Sabemos también que no hay varias ETAS ni grupos descontrolados. Es posible que haya disparidad de criterios, pero, una vez tomada una decisión -el alto el fuego o su final- los etarras actúan como lo que son: una banda de terroristas con unos objetivos que un Estado de Derecho no puede reconocer.
Sabemos, Majestades, que sólo necesitamos un poco de cordura para acabar con ese gran problema y trabajar para solucionar los otros, que son muchos. Las últimas víctimas, y las anteriores, se merecen eso. Y si Sus Majestades no ayudan a pagar esa deuda, los demás vamos a tirar al toalla.