Porque ante semejante ganado, eso sí, nobilísimo, era difícil destacar y, salvo el citado Pulido, nada aportaron Jorge Molina y Cristiano Torres, que también se mostraron cansinos y sosos. Menos mal que el primero, además de brillar con el percal más en los quites -uno por tafalleras y otro por airosas chicuelinas- a los de su paisano Molina que en los suyos, aprovechó en parte la mínima movilidad, que no casta aunque sí un punto de codicia, de su lote.
Sobre todo el segundo de la tarde, que embestía como un carretón, lo que permitió a su matador cortas series de buen trazo y clasicismo por los dos pitones. A los que añadir unos adornos finales, entre ellos un monumental trincherazo, eso sí, con el pobre bicho casi muerto. Parecía que su otro enemigo iba a permitirle que el espada volviera a demostrar su sentido artístico, pero pronto se vino abajo. En ambos Pulido falló con las armas toricidas.
Fueron dos breves momentos con atisbos de toreo dentro del electroencefalograma plano del resto, del que no nos sacaron ni Molina ni Torres. El primero sin relevancia artística en ninguno de sus dos enemigos, excepto unas templadas chicuelinas al cuarto.
Y el mañico, que debutó con picadores hace menos de medio año en Zaragoza, demostrando que está muy verde para afrontar el examen venteño. Aunque, todo voluntad y entrega, incluso desaprovechó las pocas embestidas que le sirvió el que cerró tan grisáceo festejo.
FICHA
Novillos de
FUENTE YMBRO, desiguales de trapío: los tres primeros muy justos, y de buena presencia el resto. Mansos, flojos y descastados aunque nobles.
JORGE MOLINA: división tras aviso cuando saluda por su cuenta; silencio tras aviso.
GARCÍA PULIDO: ovación tras aviso en ambos.
CRISTIANO TORRES: silencio tras aviso; silencio. Plaza de Las Ventas, 5 de octubre, 3ª de feria. Algo más de media entrada (13.757, según la empresa).