Esta semana estará repleta de reuniones de los bancos centrales. A la de la Reserva Federal, que comienza hoy y cuya decisión se conocerá mañana, se unirán el jueves las del Banco de Inglaterra, el Riksbank, el Norges Bank y el Banco Nacional Suizo. El viernes lo hará el Banco de Japón.
Las autoridades de la Reserva Federal se reúnen en medio de una huelga de trabajadores de la industria automovilística, un posible cierre del gobierno federal y devoluciones de préstamos estudiantiles que plantean nuevos riesgos para los consumidores. El sindicato United Auto Workers inició el viernes una huelga contra los tres principales fabricantes de automóviles. Los funcionarios federales sólo tienen de plazo hasta el 30 de septiembre, fecha en que expiran las autorizaciones de gasto actuales, para llegar a un acuerdo o las agencias tendrán que cerrar, y los reembolsos de los préstamos estudiantiles se reanudan en octubre tras una suspensión de tres años durante la pandemia. De forma aislada, es probable que ninguna de estas circunstancias modifique la percepción de los riesgos a corto plazo por parte de los responsables de política de la FED. No obstante, las interrupciones prolongadas en la industria automovilística y en las agencias federales podrían tener resultados impredecibles, como disminuir el gasto de los consumidores o hacer subir los precios de los automóviles. Esto podría suponer un revés en la lucha contra la inflación y en la confianza de las empresas y los consumidores que podría significar la diferencia entre un "aterrizaje suave" y una recesión. El mercado espera que la FED mantenga el tipo oficial entre el 5,25% y el 5,5%, pero cualquier riesgo puede hacer cambiar el lenguaje de su reunión y del comunicado posterior.