Sólo unos días ha pasado por la madrileña Nave 73 una obrita -apenas 60 minutos-, pero llena de emociones, de detalles, de silencios, de confesiones, de amor, de recuerdos, de anhelos y de cariño entre mujeres de la familia. Las que son, las que han sido, las que fueron y, probablemente, también las que serán.
Tres mujeres, tres cuerpos, tres espíritus que callan, hablan o se mueven sin aparente conexión. Recitan como si rezaran el rosario y cada una por su lado, por una retahíla de nombres, de lazos, de antepasados que se enlazan entre sí formando un árbol genealógico: "Yo soy Mireia, tía de Sonia, tía de Julia, bisnieta de Ana, nieta de Carmen, hija de Carmen, bisnieta de Carmen.. Yo soy Mireia.". Las otras dos mujeres, como si de un coro polifónico se tratase, recitan idénticos nombres también durante unos minutos hasta que, poco a poco, las voces van bajando y se hace el silencio y la oscuridad. Son mujeres que están íntimamente ligadas por lazos de consanguinidad, por historias de pasado y posiblemente también de futuro.
En el escenario una cocina de formica, varias sillas del mismo tipo, un viejo teléfono de rueda, de esos que hay que meter el dedo y girar para ir marcando los números, el clásico rin-rin-rin de aviso de llamada, canciones de siempre ("A la lima y al limón, tú no tienes quién te quiera. A la lima y al limón, te vas a quedar soltera."., o esa otra de Miguel de Molina, "¡Bien pagá.! ¡Me llaman la bien pagá, porque los besos cobré.!"). Un universo familiar de mujeres, bisnieta, abuela, bisabuela, madre. que encarnan unas estupendas Fátima Cué, Eli Zapata y Esperanza García-Maroto, bajo la atinadísima, delicada dirección de Mireia Salazar.
También las integrantes del equipo artístico son mujeres. La escenografía ya descrita de Valeria Fecha; el minucioso diseño de sonido de Raquel Martínez; la exquisita iluminación de Marina Cabrero, y la ayudantía de dirección de Paula Cueto. Todas ellas reman en la misma dirección y en el mismo sentido, el del buen gusto, el de lo cotidiano, lo pequeño, lo que aparentemente no tiene importancia, y el resultado final es una auténtica delicia. Corta, como los placeres, que nos gustaría que no se atisbase su fin.
Conversaciones sencillas, íntimas, sin atropellos, sin prisas, salidas del corazón, sin remilgos, sin mirar siquiera las consecuencias de las confesiones. Son mujeres, llevan la misma sangre, les duelen las mismas penas, gozan, sufren, se preocupan, recuerdan, cuentan y se cuentan. "Hola, mamá, ¿cómo estás? Sí, aquí también hace mucho calor. ¿Te pillo bien? ¿Tienes un poco de tiempo? Vale. Es que estoy haciendo un taller de esos que hago yo. Necesito que me respondas a unas pocas preguntas. La primera es si yo fui una hija deseada. ¿No?, ¿Y el Rafa, la Silvia, el David.?".
Las abuelas vienen del Sur (Almería, Melilla), la nieta y bisnieta emigró a Barcelona y, para las abuelas, habla más "fino "que ellas. Al fin da lo mismo porque sintonizan en la misma frecuencia aunque los modos y las costumbres hayan ido cambiando. Y aunque la única que esté aquí y ahora sea la nieta, y la abuela y la bisabuela sean espectros con los que ella conecta para encontrarse a sí misma.
No sé si volverá a representarse en Nave 73. Ha pasado por otras salas del Off madrileño y estoy absolutamente seguro de que volverá. Si te la cruza no dejes de verla. Delicada, interesantísima, divertida, emocionante. Todo un descubrimiento para quien esto escribe.
'Ancestras'
Dramaturgia y dirección: Mireia Salazar
Ayudante de dirección: Paula Cueto
Actrices: Fátima Cué, Eli Zapata y Esperanza García-Maroto
Escenografía: Valeria Fieschi
Diseño sonoro: Raquel Martínez
Iluminación: Marina Cabrero
Poemas de Marta Mar
Una coproducción de Calatea y Centro de Artes La Praga
Nave 73, Madrid
6 y 7 de mayo de 2023