Si la Nora de Henrik Ibsen (1828-1906), en Casa de muñecas constituyó un escándalo mayúsculo cuando se estrenó en 1879, la siguiente obra del autor noruego, estrenada tres años después, fue considerada como un ataque frontal a uno de los pilares básicos de la sociedad, la familia. Se trata de ‘Espectros’, que ahora llega a la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid de la mano de María Fernández Ache, adaptadora y directora de la propuesta.
Las obras de Ibsen acabaron con el melodrama romántico y, desde su irrupción en el teatro europeo, el realismo psicológico y social inundó la escena con obras directas, sin tapujos ni componendas porque abordaban asuntos de gran calado social para desenmascarar la hipocresía, los abusos masculinos dentro y fuera del hogar, la apariencia o la falsedad como armas sociales necesarias para mantener el status quo, para perpetuar las relaciones de poder del hombre sobre la mujer o de unas clases sociales sobre otras.
Parafraseando a Simone de Beauvoir, Helena Alving (magnífica María Fernández Ache), viuda tras aguantar mil y una infidelidades y desmanes de su marido, le dice a Manders (estupendo Javier Albalá), sacerdote y amigo, que "El opresor no sería tan poderoso si no tuviera cómplices entre las víctimas...". Y junto a ellos, Regina (ilusionada, alegre, convincente y dulce Carla Díaz), la chica de servicio, de buen ver como su madre, que fue agredida sexualmente por el señor; Engstrand (cínico, servil, amoral, soberbiamente interpretado por Manuel Morón), y el hijo de Helena, Osvald (espléndido también Andrés Picazo), que vuelve a casa tras unos años de ausencia para celebrar la apertura de un hospicio que ha financiado su madre para perpetuar la memoria de su marido fallecido. Y eso que, además de un mujeriego empedernido, era también bebedor incontinente y maltratador. Pero había que guardar las apariencias. Y se guardaron hasta que un desgraciado accidente quema íntegramente el edificio construido con esos fines altruistas y el terremoto familiar estalla cuando los dos jóvenes, ya medio enamorados, conocen de sopetón que son hermanastros.
Aunque Manders, sacerdote, nadando siempre entre dos y tres aguas, lucha por mantener las cosas en su sitio, es decir, que nada cambie, el resentimiento y la decisión de Helena van a ganarle la partida. Pero ella, como su propio hijo, y el padrastro de Regina se mueven también por razones más egoístas que altruistas. Y Regina, la más joven del grupo, la que por razones de edad está inclinada al optimismo, a la ilusión, a los sueños utópicos, no sabe que la única salida que tiene la conducirá inexorablemente a seguir siendo una desgraciada…
Ikerne Giménez ha planteado un elegante y vistoso espacio escénico y un hermoso vestuario de época, el propio de gentes acomodadas de esos finales del XIX; Felipe Ramos ha iluminado con profusión de claroscuros la vistosa casa de Helena y el espíritu confuso y ofuscado de los personajes, y Nacho Bilbao ha concretado el espacio sonoro apuntando a la inquietud, al misterio y, finalmente, a la catástrofe.
El montaje, además de estar estupendamente interpretado por todo el elenco, discurre con intensidad creciente y no baja el interés en ningún momento de la representación y el público sabe apreciar cuanto ofrece en su versión María Fernández Ache, premiando el montaje con un intenso y sentido reconocimiento. Más que interesante.
Ficha técnica de 'Espectros'
De: Henrik Ibsen
Adaptación y dirección: María Fernández Ache
Con: María Fernández Ache, Javier Albalá, Carla Díaz, Manuel Morón y Andrés Picazo
Diseño de espacio escénico y vestuario: Ikerne Gimenez
Diseño de iluminación: Felipe Ramos
Diseño de sonido: Nacho Bilbao
Asistente de dirección: Sonia Almarcha
Ayudante de dirección: Philippe Nadouce
Jefa de producción: Rosa Merás
Ayudante de producción: María José Martínez
Una producción del Teatro Español, Territorio Violeta y Philippe Nadouce
Teatro Español, Madrid
Hasta el 5 de marzo de 2023