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Alguien hablará de vosotras cuando hayáis muerto

lunes 07 de noviembre de 2022, 13:41h

Hace unos días, aunque el luctuoso suceso ocurrió el pasado 26 de octubre, algunos medios de comunicación españoles, pocos y de manera bastante escueta, se hicieron eco de la muerte, con tan solo cuarenta y nueve años, y como consecuencia de un ataque cardiaco, de Julie Powell, una de las pioneras mundiales de los blogs de cocina y divulgación gastronómica, que hoy, con distinta fortuna, inundan las redes por doquier.

Además de su carácter precursor, la aventura personal de Powell, cuenta con el triple interés añadido de que su inmersión en la aventura culinaria partió prácticamente de cero; de que la peripecia en la que se embarcó consiguió sacarla de un mundo profesional anodino y estresante; y de que siguió de manera casi obsesiva el sobresaliente modelo femenino que le había precedido hacía más de medio siglo.

Respecto al primer punto, hay que subrayar que cuando la joven Julie arrancó su personal andanza bloguera, no contaba con conocimientos informáticos y mucho menos coquinarios. De hecho, bien podría haber suscrito aquello que solía decir Nadezhada Krúpskaya, compañera de Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, creadora del sistema educativo soviético y gran impulsora de las bibliotecas populares en su patria, en cuanto a que todo su bagaje guisandero se podía resumir en la preparación de tres platos: “Un huevo revuelto, dos huevos revueltos y tres huevos revueltos”.

En cuanto a la segunda circunstancia apuntada, en el momento en que tomó la decisión, trabajaba como telefonista de atención al público en la Lower Manhattan Development Corporation/ Corporación de Desarrollo del Bajo Manhattan, una entidad administrativa dependiente del Ayuntamiento de Nueva York creada a raíz del desastre del 11-S de 2001, cuyo funcionamiento se perdía entre caóticas redes y trampas administrativas, de forma que su tarea no iba más allá de conducir a los demandantes por los siniestros pasillos de un castillo kafkiano, que, en la mayoría de los casos, no llevaban a parte alguna. Durante interminables y estresantes jornadas, solo podía constatar la inutilidad fáctica de sus desvelos y recibir pacientemente toda suerte de maldiciones y dicterios por parte de los atribulados litigantes. En aquel ambiente opresor, sus horizontes vitales se teñían de pesimismo, tristeza y desesperanza.

En agosto de 2002 y en su apartamento en el barrio de Queens, por fin encontró la que sería su tabla de salvación en el reto autoimpuesto de confeccionar, a lo largo de los 365 días de un año, las 524 recetas que conformaban el mítico libro Mastering the Art of French Cooking/ El arte de la cocina francesa, de las cocineras galas Simone Beck y Louisette Bertholle, y la estadounidense Julia Child, de 1961 y 1970. Tarea pues titánica la de Powell, cuyos logros, jalonados de innúmeros fracasos y vueltas a empezar, iba vertiendo a diario en su blog, y que tras su sobresaliente éxito en el hiperespacio se convirtió en el libro Julie & Julia: 365 Days, 524 Recipes, 1 Tiny Apartment Kitchen/ Julie y Julia: 365 días, 524 recetas, 1 una cocina minúscula.

Pero es el momento de cambiar de plano, abandonar las tomas de Julie Powell y dirigir la cámara hacía Julia Child, un ejercicio en clave cinematográfica que años más tarde emprendería la guionista, directora de cine, periodista, novelista, y dramaturga estadounidense Nora Ephron en la película Julie&Julia, que con Meryl Streep en el papel de Julia Child y Amy Adams en el de Julie Powell, se estrenó el 7 de agosto de 2009. Una película sobre la que José Luis de Damas, gran teórico de cine y mítico director de Sinfonía de ilegales, nos dice: “El guion adaptado de Julie&Julia es un prodigio. La utilización del flash back, o, como en este caso, de “historias paralelas”, que no “vidas cruzadas”, en ámbitos o tiempos/eras no contemporáneas, han sido, con frecuencia, “recursos” fáciles de guionistas o directores “pobres”. Solo los “maestros” saben sacar partido de dichos recursos narrativos. Pues en este caso, Nora demuestra lo que fue: una genial guionista tres veces nominada al Oscar y al Globo de Oro por este precioso trabajo. La falta de profundización en los personajes masculinos (parejas de ellas), o en las coyunturas políticas de cada momento, que podría parecer un descuido, hacen sin embargo que la obra resulte impecable, debido a que no se pierde en sub-tramas y evita caer en la dispersión. Meryl Streep hace uno de los mejores trabajos de su carrera, mientras que la deliciosa Amy Adams y todos los grandes secundarios que por allí pasan, están realmente magníficos”.

Julia Child nació en California en 1912 y tras una concienzuda formación intelectual y deportiva, empezó a ejercer como publicitaria y periodista, hasta que a principios de los años cuarenta y con la guerra mundial en ciernes, pasó a integrarse como archivera en la Office of Strategic Services, OSS, servicio de inteligencia precursor de la CIA. Su carrera en la agencia fue meteórica y en los siguientes años colaboró en programas de alto secreto, como el destinado al desarrollo del proyecto que entrenaba a tiburones para atacar submarinos alemanes. En 1944 fue destinada a Kandy, Celián, hoy Sri Lanka, donde conoció a Paul Cushing Child, con quien contrajo matrimonio en septiembre de 1946. Julia tenía treinta y seis años y según propia confesión aún era “mocita entera”.

Tras varios traslados a Estados Unidos, el matrimonio recaló en París, ciudad que Paul había conocido como poeta en sus años jóvenes y que le había aportado sólidos como gourmet y gourmand; saberes nada desdeñables en su nuevo cargo de agente de lo que entonces ya empezaba a ser la CIA. Julia quedó inmediatamente prendada de la cocina francesa y para profundizar en sus arcanos, a la vez que daba contenido a su vida, ya que en ese momento no formaba parte de los servicios secretos, se unió al Cercle de gourmets, donde trabó amistad con las ya citadas Simone Beck y Louisette Bertholle, y siguió con éxito los cursos de la prestigiosa escuela Le Cordon Bleu. Las tres iniciaron unos cursos de cocina francesa para mujeres estadounidense residentes en Francia, dieron forma a un texto de recetas que más que en un manual se constituyó en enciclopedia y que, ya en libro, se convirtió inmediatamente en un best seller. Después y ya de autoría individual, fueron llegando otra veintena de títulos.

En febrero de 1963, Julia debutó en su primer programa de la televisión The French Chef, que se mantuvo en antena durante diez años y que fue galardonado con los premios Emmy y Peabody. En las siguientes décadas de los setenta, ochenta y noventa Child se convirtió en una rutilante estrella televisiva y auténtico fenómeno mediático. Su último libro autobiográfico My Life in France, al que dio los últimos toques antes de morir en agosto de 2004, terminaba en unas líneas que bien podrían entenderse como epitafio: “… los placeres de la mesa y de la vida son infinitos… Toujours bon appétit”. Dijo adiós a la vida cenando una calentita Soupe à l'oignon.

Cerramos homenaje a estas dos vidas singulares y también estas líneas en tono epistolar: “… admiradas Julia y Julie, parafraseando en contrario el título de la película hispano-mexicana de Agustín Díaz Yanes, alguien hablará de vosotras cuando hayáis muerto”.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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