"Voy a quedarme toda la noche despierto hasta que lleguen los Reyes", casi todos los niños y niñas repiten cada cinco de enero este pensamiento, pero suele ganarles el cansancio según se va cerrando la noche. Melchor, Gaspar y Baltasar tienen poderes mágicos que consiguen mantener ilusionados a los más pequeños de la casa durante días.
Cuentan que los Reyes Magos vienen de Oriente, guiándose por una estrella, y traen regalos a los niños que han sido buenos durante el año. Esta tradición, tan popular en España y en algunos países de Latinoamérica, conlleva una serie de costumbres que hay que seguir para no confundir a sus Majestades.
En primer lugar, hay que escribir una carta con varios días de antelación pidiendo lo que se quiera -pero sin pasarse-. Antes, era necesario escribirla en un papel para luego meterla en un sobre con su sello y echarla al buzón. Ahora, los Reyes también han caído en el nuevo mundo de las tecnologías digitales y es posible hacerles llegar las peticiones a través de e-mail o incluso de su página web. Lo que sí se sigue manteniendo es el comienzo, que sigue siendo tan cariñoso como siempre: "Queridos Reyes Magos..." ¡no vaya a ser que les traigan carbón!
Entre las conversaciones que más se escuchan en los patios y parques infantiles por estas fechas, hay una pregunta que siempre está presente en la boca de todos: "¿Y tú, que te has pedido? Muñecas, coches, videojuegos, balones de fútbol, bicicletas... Hay respuestas para todos los gustos, y si no tienen ninguna idea, ya se encargará de dársela la publicidad, a través de sus atractivos anuncios de juguetes. Pasar horas viendo estos spots, al grito de ¡me lo pido! se ha convertido en otra 'costumbre' navideña.
Una vez que llega el día esperado, los padres de algunos niños les llevan a ver el desfile que se organiza en la mayoría de ciudades. En Madrid, los Reyes recorren, en lujosas carrozas y rodeados de pajes, el Paseo de la Castellana desde Nuevos Ministerios hasta Cibeles. Para los que viven un poco más retirados del centro, muchos barrios y pueblos también tienen cabalgata, que no suele ser tan espectacular pero que ilusiona de la misma manera.
Y cuando por fin llega la noche... hay que dejar un par de zapatos bien visibles, junto con algo dulce y paja para los camellos, medio de transporte que utilizan. Algunos niños, -los más buenos- tienen el detalle de dejarles también un vasito de agua para que repongan fuerzas, conscientes de que aún les quedan muchas casas por visitar.
Y por la mañana, todo es alegría. A los pequeños es el día que menos les cuesta madrugar de todo el año. Van como locos a ver si sus Majestades se han acordado de todo y pasan la mañana jugando. Pero, al cabo de unos días, muchos padres tienen que responder a la pregunta: "Mamá... ¿por qué hay a muchos niños que no les han traído nada?