Nada de lo que es humano nos es ajeno. Nada de lo que ocurre internacionalmente tampoco nos es ajeno. No nos es ajeno lo que ha ocurrido esta semana en Nicaragua con el regreso del sandinismo en la persona de Daniel Ortega. Tampoco la reelección de Lula. Mucho menos lo que ocurre cada día en Gaza o en Bagdad con sus decenas de muertos. Tampoco la pena de muerte contra Sadam Hussein.
Ahí están por ejemplo las medidas de seguridad en los viajes aéreos, el precio de la gasolina y una terrible sensación de desasosiego ante lo que está ocurriendo. Y eso también nos afecta en nuestra vida diaria.
Tampoco nos es indiferente lo que sucede en los Estados Unidos. La prueba está en que sus elecciones legislativas han tenido más impacto informativo que las elecciones catalanas.
De ahí que por lo menos se otee que en este campo puedan mejorar las cosas si dentro de dos años ganan los demócratas y le dan un giro a la política internacional desastrosa llevada a cabo por el presidente Bush.
¿Qué hubiera ocurrido estos años si en lugar de Bush el presidente hubiera sido Al Gore, que ahora viaja por el mundo alertándonos del calentamiento del planeta?
Sinceramente creo que el mundo hoy sería más seguro y un poco, solo un poco, más justo. Que ya es algo.
Por eso ver en televisión a la senadora demócrata Nancy Pelosi como nueva presidenta de la Cámara de Representantes, una mujer fustigadora de la política guerrera de Bush que se ha visto obligado a cesar al super halcón, más bien, al super buitre, secretario de estado de Defensa, Donald Rumsfeld, son síntomas de que viene algo mejor. Que con que sea poco, algo es algo.
Lo mismo digo cuando le vemos a la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, revalidar su representación con el 70% de los votos y su marido detrás aplaudiendo, nos indica que puede ser la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. Esa foto es una imagen muy poderosa.
Y me parece muy bien sobre cuando leí en sus memorias que en su viaje de novios habían estado en Gernika y que habían querido venir a la Villa simbólica vasca por el impacto que les había causado las lecturas sobre el bombardeo de la localidad un día de mercado, en abril del 37. Ahí tenemos un dato interesante de cercanía entre los Clinton y los vascos.
Por eso será de interés seguir sus pasos y sobre todo qué quiere hacer en política internacional.
INTERESANTE INTREVENCIÓN DE HILLARY CLINTON EN EL CONSEJO DE RELACIONES INTERNACIONALES DE NUEVA YORK
En Estado Unidos están casi en precampaña. Los demócratas observan a Hillary Clinton por si termina de decidirse y presentar su candidatura. Los demás seguimos con interés esta posibilidad y sobre todo cuál va a ser su acción en política exterior habida cuenta que la gestión de Bush ha sido un auténtico desastre.
De ahí que me hayan gustado sus declaraciones sobre lo que haría en este terreno en caso de llegar a la presidencia.
Dijo así uno de estos días:
“Lo primero, y lo más obvio, tenemos que renovar nuestro internacionalismo”, aseveró, con un aplomo aprendido de su consorte. “No ganamos la Segunda Guerra Mundial solos, ni tampoco la Guerra Fría, y no vamos a vencer la amenaza del terrorismo global si no construimos alianzas... Después del 11-S; todo el mundo era americano. Cinco años después, el mundo se pregunta ¿Qué ha sido de América?".
Y acto seguido, como si se tratara de un discurso sobre el estado de la Unión, la todavía senadora anunció su plan de ataque de política exterior: retirada escalonada de las tropas de Irak, diálogo directo con Corea del Norte y con Irán, conferencia internacional sobre la situación de Oriente Próximo (con la presencia de Siria e Irán), respeto incondicional de los tratados internacionales de derechos humanos...
“La Administración Bush ha hecho una división simplista del mundo entre el bien y el mal”. “Han renunciado a hablar con cualquiera que esté en el lado del mal, y yo a eso le llamo una política peligrosamente irreal”... Tenemos que valorar la diplomacia tanto o más que la fuerza militar. Las negociaciones directas no son un signo de debilidad, sino de liderazgo”.
La campaña anti-Hillary, iniciada en sus tiempos de primera dama, sigue más viva que nunca en los blogs republicanos, pero hasta sus enemigos declarados, como John Podhoretz (autor del libro ¿Podemos pararla?), admiten con un rictus de resignación: “Es más vieja, más sabia y más lista, y por tanto más peligrosa. Ha demostrado la cualidad más importante que cualquier político con éxito puede tener: ha sabido adaptarse”.
Criticada por las bases demócratas por su postura calculadamente ambigua en la guerra de Irak, Hillary Clinton se ha convertido de pronto en abanderada del “cambio de curso”. En su discurso presidencial en el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, la senadora fue aún más allá: “Tenemos que ir pensando en el despliegue, a partir de diciembre de este año. Los líderes locales han de asumir su responsabilidad y han de saber que no vamos a quedarnos allí para siempre. Los iraquíes tienen que tomar el liderazgo y cumplir con sus compromisos: el Ejército norteamericano no puede permanecer en el fuego cruzado de una guerra civil”.
“Y el pueblo iraquí necesita más garantías y muestras de buena voluntad», añadió Hillary. “Soy partidaria de crear una organización para que administre el petróleo y garantice que todos los iraquíes van a recibir beneficios».
Hillary Clinton propuso la celebración de una conferencia internacional sobre el futuro de Irak, “a la que estarían invitados no sólo nuestros aliados, como Egipto y Jordania, sino también Siria e Irán, en calidad de vecinos”. Y aunque insistió en que no tolerará “un Irán con armas nucleares” recalcó también: “No podemos descartar el diálogo directo si surge la oportunidad”.
La todavía senadora afirmó que la Administración Bush sigue secuestrada “por un pequeño grupo de ideólogos [léase los neocons] que pretenden convencernos de que América no necesita alianzas, ni siquiera el respeto internacional”. Como antídoto, Hillary Clinton prometió una inyección de “internacionalismo” y un renovado compromiso de su país con la ONU, con los acuerdos de Kioto y con la convención de Ginebra.
Todo esto, suena muy bien.