Si hay una obra clave en la extensísima carrera como actor de Lluis Homar es, sin duda, ‘Tierra Baja’ (1896), del también catalán Àngel Guimerà. Hizo de Manelic con 16 años con el grupo de teatro de aficionados del barrio barcelonés de Horta y allí mismo descubrió que la de actor iba a ser su vocación, su oficio, su vida. Lo consiguió porque Homar lleva ya más de 40 años sobre las tablas y con él se han escrito algunas de las páginas inolvidables del teatro español. Una de ellas fue, muchos años más tarde, un montaje histórico de ‘Tierra baja’, dirigido por Fabià Puigserver (1990), en donde otra vez volvió a ser Manelic (deliciosa, por cierto, su reciente autobiografía, Ahora empieza todo, en donde el actor habla de lo bueno y de lo malo de su periplo vital, que de todo hay en la viña del Señor…).
Regresa ahora de nuevo Homar a su ‘Tierra Baja’, con una magistral dirección de Pau Miró. Esta vez, sin embargo, la osadía de Homar lo ha llevado a enfrentarse a solas sobre el escenario con los cuatro principales personajes de la obra: Manelic, el joven pastor; el amo Sebastià; Marta, la joven hija de un molinero, que tiene que convertirse en la esposa de Manelic para disimular que es la amante del amo, y Nuri, amiga de Marta y Manelic y que intenta ayudarlos en vano.
Portentosa la lección de interpretación que Homar brinda en hora y cuarto de función. La dicción, el gesto corporal, el alma de los cuatro personajes brotan nítidos en cada momento de Lluis Homar y la tragedia rural de Guimerà se dibuja aquí sobre el escenario en un monólogo a cuatro bandas interpretado por un solo actor sin que en ningún momento se eche de menos compañía alguna en el escenario porque allí viven, de verdad, los cuatro. Pau Miró ha sabido dar con el gesto preciso, el tono adecuado y la tensión creciente para brindar al espectador un espectáculo que olvidará difícilmente. A veces, incluso, da la impresión de que esos leves cambios de vestuario, ni siquiera serían necesarios para identificar siempre, y de forma precisa, a cada uno de los cuatro personajes.
En la escenografía de Lluc Castells –también diseñador del vestuario-, un gran muro vegetal, tupido e inquietante, parece ser el espacio preciso para esconder al que huye, para envolver el odio acumulado y no dejarlo escapar. Algún perchero, una mesa y alguna silla que el amo lanza al aire para intentar canalizar su ira ante el cariz que van tomando los acontecimientos. Pero todo será en vano porque la tragedia se huele desde el primer momento. Importantísimas también en el resultado final del montaje tanto la luz de Xavier Albertí y David Bofarull, como la hermosísima música y la voz de Silvia Pérez Cruz, capaz de encerrar en unas notas todo el misterio secular que encierra esa ‘Tierra Baja’.
La tierra, los celos, la pasión, el amor, la imposibilidad del diálogo entre clases sociales bien distintas, la pureza de unos sentimientos enfrentados al capricho del amo, la corrupción, la violencia, la luz y la oscuridad siguen enfrentándose casi siglo y medio después de ser escrita esta ‘Tierra Baja’ y con la misma fuerza, intensidad y vigor. Nadie debería dejar escapar la oportunidad de ver multiplicarse a Lluis Homar, y con tanta fortuna y acierto.
‘Tierra Baja’
Autor: Àngel Guimerà
Adaptación: Pau Miró y Lluís Homar
Dirección: Pau Miró
Actor: Lluís Homar
Escenografía y vestuario: Lluc Castells
Iluminación: Xavier Albertí y David Bofarull
Música y voz: Silvia Pérez Cruz
Sonido: Damien Bazin y Lucas Ariel Vallejos
Caracterización: Eva Fernández
Asesor de dramaturgia: Xavier Albertí
Ayudante de dirección: Oscar Valsecchi
Ayudante de escenografía y vestuario: José Novoa
Coordinación técnica y técnico de sonido: Oscar Villar
Teatro de La Abadía, Madrid
Hasta el 8 de octubre de 2018