Cuando en los mercados se empezaba a considerar que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China no van a escalar a un nivel de gravedad preocupante, un nuevo elemento se ha sumado a las preocupaciones: la advertencia del presidente estadounidense de una posible acción militar contra el gobierno de Damasco. Los mercados saben bien por experiencia, que el presidente Trump no es un presidente al uso y sus declaraciones suelen agitarlos. Por esto no es de extrañar que la ante esta nueva preocupación geopolítica, la rentabilidad de los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 y 30 años retrocediese ayer a mínimos de una semana, mientras que la de la deuda a dos años cayó tras dos días de avances. Los datos que mostraron que los precios al consumidor en EE.UU. en marzo bajaron por primera vez en 10 meses, aunque se aceleró la inflación subyacente, no lograron impulsar las rentabilidades. Y mientras los precios bajan en EE.UU., en gobernador del Banco de Japón ve con optimismo la evolución de los precios en el último año, y espera que el leve avance de la inflación se vea acompañado por un aumento de los salarios. El IPC de Japón aumentó un 1% en febrero. Esta misma semana, el responsable del banco central japonés apuntaba que la entidad tendrá que analizar cómo normalizar su política monetaria ultralaxa, sugiriendo que la prioridad de su próximo mandato podría ser ir desmontando el masivo estímulo que desplegó hace cinco años.