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OPINIÓN/Víctor Gijón

Miserias y miserables

Miserias y miserables

viernes 14 de diciembre de 2007, 15:24h
En esa imparable carrera de despropósitos en que ha convertido el alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, el caso del Cabildo de Arriba, ayer se llegó a cotas que bien podrían calificarse de esperpénticas sino fuera porque estamos hablando, no se olvide, de una tragedia con tres víctimas mortales y dos docenas de familias que han perdido casa y enseres por el derrumbe de la cuesta del Hospital.
A De la Serna le parece miseria humana pedir explicaciones de por qué ha pasado lo que ha pasado, pero no le parece miserable decir que hay que mirar al futuro, cuando no fue capaz ni siquiera de detectar, a dos pasos del Ayuntamiento, que una constructora se saltaba la ley a la torera. No es precisamente el PP el más indicado para presuponer búsqueda de votos en un proceso de intenciones intolerable.

Pero es que, además, Jesús Cabezón, portavoz socialista, hombre moderado en el fondo y las formas, se limitó a hacer el papel que corresponde a un político responsable: pedir toda la información disponible sobre una tragedia previsible para delimitar unas responsabilidades políticas que son evidentes. Y, sobre todo, tomar las medidas necesarias para evitar que algo así vuelva a producirse. Cabezón no sólo ha dejado pasar los tres días de luto, sino media docena de comparecencias del alcalde ante los medios de comunicación, donde ni uno solo de las interrogantes abiertas sobre el triste y lamentable suceso del Cabildo de Arriba ha sido despejado, paara comparecer ante los medios.

Personarse en la causa judicial abierta por el derrumbe, como anunció ayer De la Serna, está bien. Pero estaría mejor informar a los ciudadanos de por qué y cómo han fallado estrepitosamente las medidas de control municipal. En el asunto que nos ocupa existen responsabilidades penales, que es a la Justicia a la que corresponde delimitar, y responsabilidades políticas que deben sustanciarse en la Corporación y mediante un debate sin ventajismos.

Si el alcalde no quiere que la oposición le exija información ya sabe lo que tiene que hacer: adelantarse a informar. Mirar al futuro, como propone De la Serna, es deseo loable, pero antes habrá que extraer algunas consecuencias del pasado. Aunque ello suponga poner en cuestión, como acertadamente señaló ayer el socialista Cabezón, 30 años de urbanismo ignorante, depredador y especulativo --los calificativos son míos-- de una derecha incapaz de hacer de Santander la ciudad que se merecen sus vecinos al inicio del siglo XXI.
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