Después de muchos días hablando del “Brexit” ahora se ha acuñado un nuevo término, “Bregret”: el arrepentimiento por la ruptura con Europa. Horas después del triunfo del 'Brexit', sus defensores reconocían que algunas de sus promesas de campaña, como el fin de la libertad de movimientos para reducir la inmigración o la desviación de 430 millones de euros semanales a la seguridad social, no van a poder cumplirse con la salida de la UE. Este reconocimiento de falsas promesas y la sensación de incertidumbre total que se respira en Reino Unido han provocado que más de tres millones de británicos hayan firmado ya una petición pidiendo un nuevo referendo mientras una fuerte mayoría en Escocia quiere romper con Reino Unido y seguir perteneciendo al bloque europeo. El “matrimonio” entre la UE y Reino Unido ha tenido muchos altibajos y el divorcio no va a ser amistoso. Los líderes europeos quieren un divorcio rápido que no genere más incertidumbre y poder centrarse en el futuro de Europa. El proceso de salida es poco claro ya que el artículo 50 del tratado de la UE, que establece la manera en que un país puede abandonar el bloque, ofrece muy pocos detalles. Aunque fija un calendario de dos años para una retirada, se teme que el proceso será más largo. Y aquí en nuestro país, tras el resultado electoral que trasluce una opción de cautela ante dudosas aventuras políticas en general y económicas en particular, tendremos que esperar de nuevo a pactos que ahora, con mayor probabilidad que en diciembre, cristalicen en un acuerdo de gobierno.