Médicos sin Fronteras (MSF) detalla en su investigación interna el minuto a minuto de un ataque deliberado. La organización se basa en 60 reuniones con personal nacional e internacional de la organización que trabajaba en el hospital -un centro de traumatología con 140 camas en funcionamiento desde 2011-, incluyendo un relato detallado de los hechos, entrevistas, análisis de fotografías, correos electrónicos y registros de llamadas de teléfono.
Las coordenadas GPS del hospital de Kunduz (Afganistán) eran conocidas por las partes en el conflicto. EEUU sabía lo que estaba bombardeando. De hecho, según el registro de llamadas de MSF a las autoridades militares reflejan que se intentó en vano frenar el ataque.
Tras el bombardeo algunas personas recibieron disparos desde el aire mientras huían del edificio en llamas. El balance final de la organización cifra en al menos 30 muertos a causa de estos atroces ataques: 13 miembros del personal de MSF, 10 pacientes, y otras 7 personas que aún no han podido ser identificadas debido al estado irreconocible en que quedaron sus cuerpos.
"Desde el interior del hospital, la percepción evidente es que este ataque se llevó a cabo con el propósito de matar y destruir", afirma Christopher Stokes, director general de MSF. "La cuestión es que no sabemos por qué. No sabemos qué sucedió en el interior de la cabina del piloto que bombardeó el hospital, ni qué ocurrió en la cadena de mando entre los militares estadounidenses y afganos".
MSF había llegado a un acuerdo con todas las partes en conflicto para que respetaran la neutralidad del hospital, en aplicación de lo establecido por el Derecho Internacional Humanitario. "Nosotros cumplimos nuestra parte del acuerdo: el centro de traumatología de urgencias de MSF en Kunduz funcionaba a pleno rendimiento, con cirugías desarrollándose en el preciso momento del ataque aéreo de las fuerzas estadounidenses", denuncia Joanne Liu, presidenta internacional de MSF. "La política de no permitir la entrada de armas en recintos de MSF –incluido el hospital de Kunduz– fue respetada. El personal del centro tenía la totalidad de la instalación bajo su control antes y en el momento del ataque aéreo”. “Los combatientes heridos son pacientes, y deben estar libres de ataques y recibir tratamiento sin discriminación alguna. El personal médico nunca debe ser castigado o atacado por proporcionar tratamiento a los combatientes heridos" concluye Joanne Liu.