Las tres negaciones a Susana Díaz
jueves 14 de mayo de 2015, 13:38h
En ese Corral de Comedias en que se ha transformado el
Parlamento andaluz, cada uno de los actores ha recitado su papel, con pequeñas
aportaciones al texto original, pero sin cambiar ni una coma del resultado
final. Susana Díaz ha conseguido batir un récord que están inédito en la
política andaluza: tres noes seguidos a su investidura como presidenta. Se
queda con sus 47 escaños que dicen sí, y recibe 62 negativas del resto de los
partidos con asiento en la Cámara.
El Partido Popular de Moreno Bonilla tiene claro y más
desde las instrucciones que recibe desde Madrid que debe decir no y no hasta
que la líder del PSOE acepte un acuerdo para que en los Ayuntamientos y en las
Comunidades autónomas gobierne la lista más votada. Así, el bipartidismo se
asegurará su permanencia en nuestra vida política y las nuevas formaciones de
Podemos y Ciudadanos tendrán que aceptar su papel de comparsas, salvo que
consigan destronar del primer puesto a uno de los dos históricos, algo que
parece difícil o muy difícil. Sus 33 escaños les alejan de cualquier
posibilidad de gobierno salvo que Podemos y Ciudadanos les apoyaran, algo
posible en las matemáticas pero no en la política.
En el centro, el líder de Ciudadanos en la Comunidad,
quiso hacer bueno su pasado de cambios y pactos que le han llevado de la
Alianza Popular de Fraga a la formación de Albert Rivera, pero desde la dirección
nacional no le han dejado y le han impuesto el no, por lo menos hasta el 24 de
mayo. La excusa: que Chaves aun no ha dimitido de su puesto en el Congreso de
los Diputados, una forma como otra cualquiera de reservarse para los pactos
municipales que nos amenazan a todos. Sus nueve escaños le pueden servir a Diaz
para conseguir la investidura, pero con la simple abstención no logran nada,
salvo que les acompañen alguno de los otros.
Y en la izquierda, ni Teresa Rodriguez desde Podemos, ni
Antonio Maillo desde Izquierda Unida, pueden hacer otra cosa que esperar lo
mismo que sus compañeros de oficio y beneficio. Estos dos noes basados en los
compromisos anticorrupción y en medidas sociales y fiscales que Susana Díaz no
puede asumir sin romper la baraja nacional y los compromisos del PSOE y de
Pedro Sánchez a nivel estatal e internacional. Juntos suman 20 escaños, más que
suficientes para con su abstención permitir la formación de gobierno.
Lo que no está claro, ni en el Estatuto de Autonomía
andaluz, ni en ninguna de las sucesivas reformas que se han efectuado desde
1981, es que pasaría si se diese un empate entre el sí y el no, con el resto en
abstención, algo que puede pasar si Podemos se abstiene y, por distintos
motivos, PP, Ciudadanos e IU deciden mantener su oposición a Susana Díaz. Un
tema para los juristas, con un periodo de dos meses que nos lleva al 5 de julio
para que en Andalucía hay gobierno o se convoquen nuevas elecciones, algo que
nadie dice querer, pero que podría favorecer a socialistas y populares, por la
apelación que se haría desde esas formaciones al voto útil.
Toda esta arquitectura política y parlamentaria, que es
la que aleja a los ciudadanos de su clase política, necesita cambios y con
urgencia. En Andalucía y en el resto de España. Las decepciones sociales que se
pueden producir pueden desembocar en callejones sin salida del descontento,
algo que con la aparición de Podemos y Ciudadanos está controlado. Esa es otra
de las paradojas de estos días convulsos: la mejor vacuna contra el extremismo
social, contra la violencia social, contra los deseos de cambios radicales,
está en la " doma" de las representaciones de los movimientos que
desembocaron en el 15-M. Cambiar todo para que nada de lo importante cambie.
Prueba de ello es el papel de Felipe González como auténtico interlocutor de
Mariano Rajoy para conseguir entre los dos salvar el bipartidismo imperfecto
que se acordó tras aprobar la Constitución de 1978. Se cambiaría a los
nacionalistas, que ahora molestan y mucho, por dos fuerzas bisagras a nivel
nacional.