Rajoy quiere ser Cameron pero España no es Gran Bretaña
lunes 11 de mayo de 2015, 14:22h
Frente a la última encuesta del CIS están los resultados
electorales en Gran Bretaña. A Mariano Rajoy le gustaría dentro de unos meses
ser David Cameron y romper en las urnas los pesimistas sondeos sobre el Partido
Popular, al igual que lo ha hecho su colega con los auspicios sobre el Partido
Conservador. Lo que ocurre es que Gran Bretaña no es España, sus problemas no
son los nuestros y su sistema electoral que distribuye los escaños en el
Parlamento de Londres en nada se parece a nuestra Ley D'Hont. Ojo, por tanto,
con los sueños y las comparaciones. En lo que sí podemos coincidir ambos países
es en las graves equivocaciones de las encuestas.
En las Islas se eligen uno por uno los parlamentarios y
no valen los votos del segundo, ni los que pueda cosechar esta o aquella
formación política a nivel global. El primero se queda con el escaño y el resto
se queda sin nada. Aquí la distribución es por partidos y no existe la
circunscripción personal. Se gana y se pierde en grupo y el reparto final de
los escaños depende de los sucesivos restos que va dejando el sistema D'Hont.
Diferencia fundamental a la hora de buscar en el éxito de Cameron el posible
bálsamo de Fierabras para Mariano Rajoy.
La última encuesta del CIS, con " cocina" incluida y en algunos
casos sorprendente, como es el de Castilla-La Mancha, es solo eso, una
encuesta. No son los resultados electorales y si miramos la misma encuesta
realizada hace cuatro años y la comparamos con los resultados reales de mayo de
2011 descubriremos que el CIS potenció más de los debido a los dos principales
partidos, y que no existían dos formaciones con historia sobre las que volcar
el voto directo y la simpatía para luego valorar lo que había pasado en
ocasiones anteriores. Aquí y ahora apenas tenemos las elecciones europeas para
analizar lo que puede pasar en las urnas con Podemos y Ciudadanos.
Han perdido los laboristas de Miliband, que son los
" primos" ideológicos de nuestro PSOE, por no conseguir convencer a
los ciudadanos de su oposición al actual gobierno conservador, algo en lo que
está empeñado Pedro Sanchez; y han
perdido los liberales de Clegg que han estado apoyando a Cameron y han sido
fagocitados por el " hermano mayor", una invitación a reflexionar
para Albert Rivera e incluso para Pablo Iglesias. Ha ganado de manera rotunda y
contra todos los pronósticos el primer ministro, acosado y criticado pero al
parecer más fiable para los británicos que sus rivales, y que deberá someter a referéndum
antes de que termine 2017 el mantenimiento de Gran Bretaña en la Unión Europea.
Y han ganado con igual rotundidad los nacionalistas escoceses, que de los 59
escaños que se jugaban en su territorio han conseguido 56 dejando los otros 3 para conservadores,
laboristas y liberales. Perdieron el referéndum de independencia dirigido por
Alex Salmond pero se han ganado el
derecho a negociar en Londres un nuevo estatus político para su territorio
dentro del Reino Unido de la mano de Nicola Sturgeon. Pueden ser un ejemplo
para nuestros nacionalistas, desde el PNV a ERC pasando por la dubitativa CiU
del presidente Más.
Pegados los carteles que anuncian el comienzo oficial de
la campaña electoral en las 13 comunidades autónomas y en los más de ocho mil
ayuntamientos de nuestro país, es casi imposible saber lo que va a ocurrir el
próximo día 24 y aún más difícil lo que harán los partidos a partir del día 25
con sus escaños y sus concejalías. Parece en razón de los sondeos que el
bipartidismo imperfecto que tenemos no ha muerto, que los nacíonalistas se
mantienen en sus posiciones de siempre, que Podemos representa lo que fue el
PCE y luego Izquierda Unida, y que Ciudadanos vuelve a colocar sobre la mesa la
vieja y ansiada por muchos idea de un partido bisagra entre los dos grandes, lo
que ya intentaron el CDS y el Partido Reformista, sin mucho éxito ninguno de
los dos.
Puede que la convulsa España de estos últimos años y
meses se termine pareciendo mucho a la España que salió de la Transición y que
los cambios que demanda la sociedad se queden embarrados en los caminos de los
pactos y las componendas post electorales. Sería una lástima y una decepción.
Los cambios se necesitan y con urgencia, sobre todo los que afectan a la clase
política y su gobernanza. Hasta ahora y visto lo visto en Andalucía no vamos
por el buen camino.