martes 03 de marzo de 2015, 17:01h
Muchas veces me preguntan la razón por la
que me hice piloto, sobre todo chicos que están a punto de terminar sus
estudios y dudan entre las posibles opciones profesionales. La respuesta es
compleja porque es difícil racionalizar muchas sensaciones y sentimientos.
Guardo recuerdos de ciertos momentos en los que por primera vez me acerqué a un
avión... la primera vez que volé... la primera vez que "yo" volé con "mis manos"...
¡Qué lejos parecen aquellos instantes en
los que por primera vez iba en el salón de primera clase de un DC-8 de Iberia
en un vuelo entre Las Palmas y Madrid! Un salón de colores marrones con un sofá
en forma curva, un cocinero, de noche... recuerdos muy lejanos de la infancia.
¡Qué lejos aquella primera vez que con mi
amigo Nico me subí en un velero, en Ocaña, para aprender a surcar los aires
calientes del verano y compartir las térmicas con los buitres! ¡Qué calor bajo
la carlinga en verano con aquellos monos naranjas y el paracaídas a la espalda!
¡Qué lejos cuando al final de aquellos
quince días de vuelo sin motor, me subí en una de las avionetas de remolque y
Nico me dejó volarla un poquito... para
después hacer una aproximación visual a aquella pista de tierra! Tras bajarme
de la avioneta, ya lo sabía...
Ya sabía que mis planes de ser
"topógrafo" se habían truncado: a partir de ese momento ya solo quería ser piloto.
Pasó aquel curso de COU y no pensaba en
otra cosa, interesándome en el porqué de las cosas, leyendo libros y manuales
de aviación que había por casa. Empecé mi instrucción y al poco recuerdo a mi
"proto" Ron bajarse de la Cessna y decirme: "ahora
vas SOLO". ¡¡¡Que gritos de alegría en aquel mi primer vuelo solo!!!
¡Qué lejos aquella primera aproximación
ILS entre una niebla densa hacia la pista de Hyannis y verla iluminada en el
último momento...!
Tantos primeros momentos, tantas primeras
veces... Curiosamente hace poco he tenido una de esas primeras veces con mi
suelta como Comandante. Aun habiendo transcurrido 28 años desde Ocaña, a día de
hoy, cada vuelo, cada día de trabajo es como si fuera el primero.
Si,
me gusta mi profesión.
Cada día hay una nueva ilusión, un nuevo
pequeño proyecto que me hace seguir buscando en cada despegue esa sensación que
tuve la primera vez cuando a los mandos de un DC-9 me dijo mi amigo Eugenio: "- ... y ahora le tiras como si fueras a
recoger a un bebe de la cuna..."
Y por primera vez volé un reactor.
Esa sensación es la que a los pilotos, a
todos los pilotos, nos hace diferentes. Nos hace distintos no solo cuando
volamos, al desarrollar y desempeñar las labores propias de nuestro trabajo,
sino en todos los aspectos de nuestras vidas.
Entendemos la vida desde arriba, una
perspectiva distinta que hace que los horizontes sean mucho más amplios que
para la mayoría... los tiempos, las distancias, las emociones son..... son mágicas,
definitivamente creo que hay una magia que preside nuestras vidas y que al
bajarnos del avión nos acompaña y nos diferencia.
Francisco
López Medina
Comandante
de Línea Aérea