A Darío Facal debemos la extraordinaria versión
teatral de la obra de Choderlos de Laclos 'Las amistades peligrosas', una
aventura escenográfica aún más osada si
tenemos en cuenta que sobre las retinas o los cerebros de la inmensa mayoría de
los espectadores que asisten estos días a sus representaciones en las Naves del
Español (acaban el 8 de marzo), todavía perviven las imágenes de la película de
Stephen Frears que interpretaron John Malkovich, Glenn Close y Michelle
Pfeiffer.
El director del montaje (además de traductor y adaptador,
junto a Javier L. Patiño) ha declarado
públicamente que con su propuesta buscaba "la mirada ácida y perversa del
original de Laclos, la condena que hace a la frivolidad de las clases altas" y
doy fe de que ha acertado de lleno con su intención. Nada de almibaradas,
románticas o dulzonas conquistas como
las que concibió Frears en su película, sino que son las perversas, cínicas,
implacables y lujuriosas intenciones de la
marquesa de Merteuil (deliciosa Carmen Conesa)
y el vizconde de Valmont (Cristóbal
Suárez), las que acaban por derrotar el casto corazón de la dama Tourvel (Iria
del Río), que una vez vencida su voluntad y entregada a las más bajas pasiones,
no encuentra más camino que el convento para limpiar sus pecados y, una vez conocida la muerte en duelo (formidable
el dominio del arte de la esgrima de Cristóbal Suárez y Mariano Estudillo), la
monja decide quitarse la vida colgándose
de la viga más alta del convento.
Impresionante, ejemplar, inimitable el trabajo de los tres actores y
músicos, y no menos el de los otros artistas que pusieron toda la carne en el
asador para dar vida a una primero angelical y luego imparable Cecile (la
jovencísima Lucía Díez),un ingenuo Danceny (Mariano Estudillo) y una Volanges, a
quien no hay que enseñar ningún secreto de
alcoba (Lola Manzano).
El
argumento de la obra es fuerte, numerosos los personajes y difíciles las formas
de solucionar sobre el escenario el cúmulo de misivas entre los personajes, a
través de las cuales el espectador va conociendo el avance de los perversos
tejemanejes de marquesa y vizconde. Pero
Facal ha dado al público una solución tan efectiva como imaginativa que,
además, encaja perfectamente con el tono musical y rockero de la propuesta: la
utilización de micrófonos para asociar
ese sonido a las misivas, a los pensamientos o intenciones íntimas de los personajes. Y fantástica
también la idea de que sean los propios actores que dan vida a aquellos,
quienes interpreten la música en directo (música que va del pop al hardcore, pasando por el rock y
el jazz), incluso canten a veces, y que expresan y potencian a través de ella
las numerosas escenas de sexo. La estupenda dirección musical es de Mariano Estudillo; el diseño de la iluminación,
que alterna entre el fulgor dieciochesco y los conciertos de rock del siglo XXI,
de Juanjo Llorens; elsonido
perfecto, de Álvaro Delgado; el primoroso diseño de vestuario, de Guadalupe Valero, y losnumerosos efectos especiales de The Stunt Club.
Puede pensarse, a primera vista, que podría existir un
choque frontal entre la primorosa estética dieciochesca del vestuario que lucen
todos los personajes, la mínima pero exquisita escenografía, y el ambiente
musical contemporáneo del rock, pero no
es así. La dureza del argumento, que
tanto el autor de la novela, como el director de esta versión teatral sitúan en esa sociedad
francesa de finales del XVIII, a punto de producirse la Revolución Francesa,
llena de intrigas y cuya decadencia
moral lleva a las más perversas maquinaciones
con tal de salir del aburrimiento y el tedio cotidianos, se ve pronunciada con la inclusión de esos temas
musicales que subrayan y extienden hasta el tuétano todo lo que aparece en
escena.
Creemos, en definitiva, que se trata de una producción
teatral tan arriesgada como cabal, a la
que pueden aplicarse sin rubor y sin ambages
términos tan descriptivos como asombrosa,admirable, extraordinaria, impresionante
y deslumbradora. Darío Facal ha acertado de lleno con sus intenciones y tanto
el equipo artístico (repito que todos
los actores están a la altura de sus personajes y cumplen extraordinariamente con sus papeles
respectivos), y el equipo técnico han sido capaces de articular una propuesta
que no deben perderse los seguidores habituales del teatro de verdad y menos
aún los que gustan de las nuevas experiencias.
Y un encendido
aplauso y bravos a discreción a toda la compañía Metatarso, los que no pudimos
dar los espectadores que acudimos a la función del sábado 14 de febrero porque
un desgraciado incidente obligó a
desalojar la sala (una espectadora sufrió un prolongado desmayo justo al
terminar la función y tuvo que ser asistida por el personal de sala y los servicios del 112), que cortó súbitamente los aplausos de agradecimiento y
reconocimiento por lo que pudimos disfrutar cuantos asistimos al espectáculo,
gracias al trabajo de todos y cada uno
de sus componentes.