lunes 16 de febrero de 2015, 19:10h
El viejo mundo del siglo XX se enfrenta al todavía indefinido del XXI por un cambio de paradigma que tiene su punto de inflexión en el salto tecnológico que estamos viviendo.
La vieja guardia es un boxeador groggy ante una realidad que no entiende y para la que no está preparada. No es culpa suya, desde luego, pero sí lo es nuestra corregir esta disfunción. El mundo, desde Internet, ya no puede ser el mismo. No por razón de Internet, por más que ha sido la espoleta determinante, sino por un cambio de mentalidad que empezó en el siglo pasado y que parece haber adquirido la masa crítica suficiente como para ser socialmente imparable. El nuevo paradigma requiere nuevos parámetros éticos. No sabemos cuánto tardarán en asentarse pero la sustitución ya ha empezado. El mundo quiere cambios estructurales que permitan realmente a la mayoría de las personas decidir cómo, dónde, cuándo.
En el mundo interconectado una nueva forma de inteligencia se produce. En cierto modo, cada terminal telemática es una neurona y sus conexiones las necesarias sinapsis cerebrales. Al igual que el cerebro humano individual, este cerebro humano colectivo tiene memoria y capacidades e, incluso, conciencia, entendida como la cualidad del espíritu de distinguir el bien y el mal mediante el conocimiento reflexivo de las cosas. Esta inteligencia global genera su propia moralidad colectiva. En realidad, no la genera, simplemente la hace existir a través de la interconexión telemática, pero tanto la capacidad ética como la función cognitiva pre-existían y solo ahora tienen la herramienta para influir con eficacia sobre nuestras vidas. Es difícil predecir con exactitud el camino de esta inteligencia colectiva, pero es lógico suponer que gran parte de sus capacidades se basará en lo que universalmente llamamos Sentido Común.
El nuevo cerebro global obliga a la transparencia, a la exigencia en la gestión pública, al reparto lógico de los haberes y a la preparación finalista de las futuras "neuronas" que hoy nacen conectadas al todo. Faltará más o menos tiempo, pero algunos conceptos se superarán por la fuerza misma del pensamiento global, como derecha o izquierda. No es que desparezcan, es solo que se modifican hasta quedar obsoletos, no en vano estos conceptos nacieron hace 250 años y están finalizando su curva de aprovechamiento. La centralidad, que no ha de ser otra cosa que la plasmación general del sentido común, generará las bases del nuevo Pensamiento Político: probablemente el sentido de Contrato Social se reactivará y las nuevas definiciones serán actualizaciones de las viejas ideas a la luz de las nuevas posibilidades que un macro-cerebro potentísimo e inagotable ofrece. Veremos que es inaceptable la ineficiencia, esto es, el mal aprovechamiento de recursos empleados versus resultados obtenidos. Elementos aparentemente inamovibles como el sistema económico, ineficiente desde la ratio "energía invertida" dividida por "resultados", aquilatarán el porcentaje de humanos que detenta los recursos disponibles con las necesidades del resto de humanos. O el sistema productivo -ejemplo fácil: hace casi 20 años que podemos acabar con el hambre o reducir la mortandad infantil a la mitad del índice actual o hacer llegar agua potable a todos los rincones del globo- o la mejora genérica de los percentiles más desfavorecidos.
En cierto modo, ideas como la Renta Básica no son otra cosa que una evolución de conceptos como Sanidad Universal. Por más que hoy lo tengamos plenamente asumido, la sanidad universal se ha ido implantando a lo largo de los últimos cien años en todo el mundo. Así, en Alemania la cobertura sanitaria nacional la trajo Bismarck en 1880 pero en el Reino Unido el NHS no se implanta hasta 1948, Canadá la asume en 1966 y Australia en 1973. En España, a pesar de que los primeros conatos datan de 1822, hasta la Ley de Bases de 1944 no se establece una sanidad generalizada. Hoy no concebimos el mundo occidental sin esta cobertura. El mundo está cambiando desde que existe y con la llegada de cada revolución tecnológica se ha producido un cambio de paradigma: el motor de explosión, la electricidad, ahora Internet. Nuestros gobernantes se han alejado del ideal social que buscamos y que la tecnología, hoy, pone a nuestro alcance. Es el momento de cambiar o la ola anegará a los reticentes.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (4)
34566 | pascuamejia - 17/02/2015 @ 14:24:18 (GMT+1)
muchas gracias por el link y los inmerecidos piropos!!
34564 | johnsilvert - 17/02/2015 @ 13:42:53 (GMT+1)
hay un sitio web que habla del global brain tal como ud lo detalla en su estupendo articulo: https://sites.google.com/site/gbialternative1/
felicidades por su articulo
34555 | pascuamejia - 16/02/2015 @ 22:54:39 (GMT+1)
Ondias, Teseguite, tengo que admitir que me has dejado helado con tu diatriba y tu salto a la aorta porque no sé cómo llegas a meter Podemos y la contienda política en este artículo. Sin embargo, una nueva lectura del artículo me hace ver la espoleta que te ha hecho saltar: las palabras Renta y Básica escritas juntas y sin la copulativa. Te diré que escribí el artículo pensando en la importancia que supone para la humanidad la aparición de un cerebro global con una inteligencia global, con inconsciente propio y conciencia ética común nacida de los miles de millones de puestos telemáticos interconectados. Por otra parte, la RB ni es un invento de Podemos ni de los izquierdistas ni siquiera del siglo xx. La primera aproximación al concepto está en la Summa Theologica del aquinate pero la primera aparición estelar la debemos a Thomas Moro, ("No penalty on earth will stop people from stealing, if it is their only way of getting food. It would be far more to the point to provide everyone with means of livelihood") subrayado mío, y a Luis Vives a quien se considera el verdadero padre de la idea. Se definió como un objetivo sociopolítico en el siglo XVIII: Thomas Jefferson fue el primero en intentarlo cuando decretó en Virginia dar 50 acres de tierra a cualquiera que los pidiera, idea que luego se implantó en otros estados. Le siguieron Payne, Condorcet, Lincoln (National Homestead Act, 1862), Bertrand Russell... en fin, creo que te has dejado llevar por las vísceras. Como siempre, agradecerte la lectura y el comentario, especialmente hoy porque he podido aclarar una arista que no había imaginado al escribir la columna.
34553 | Teseguite - 16/02/2015 @ 21:31:52 (GMT+1)
Buenismo podemita en vena para los incondicionales. Los amigos y benefactores económicos de los podemitas nos cortan el pescuezo por el mero hecho de ser cristianos, pero qué más da si nos pagan las tuerkas. Y qué me dicen del futuro esplendoroso de una España chavista y castrista como esta gentuza pretende. Aprovechen el buenismo podemita que se acaba. El buen rollito (siempre chulesco, por supuesto) tiene los diás contados. El día que tomen el poder se acabó la libertad. Palos, palos y más palos. El que se mueva es un contrarrevolucionario y un enemigo del pueblo. Los podemitas se perpetuarán en el poder hasta que la muerte se los lleve por delante. La receta: el terror y la violencia contra el pueblo. Mientras tanto la propaganda podemita continúa con su opio para sus incondicionales como buena prueba es este artículo.
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