lunes 09 de febrero de 2015, 10:25h
Entre
las ficciones de Artur Mas destaca su obcecación en llamar "estructuras de
Estado" a los inventos y oficinitas que instala por el mundo con evidente
despilfarro de su deficitaria administración económica, financiando a ignotos
burócratas y extravagantes juristas que realizan labores imaginativas de
"acción exterior" u "organización interior", alentando propaganda de su
partidismo nacionalista. En "acción exterior" cincuenta pisitos de esta
naturaleza van a absorber recursos económicos de una autonomía en crisis en
tiempos preelectorales.
Estas
oficinitas, a las que los medios informativos tienen la mala costumbre de
llamar "embajadas" entre comillas y algunos ciudadanos inocentes se lo creen al
oírlo de viva voz, donde no se leen las comillas, tienen de estructuras de
Estado lo mismo que un tenderete de las Ramblas. La consecuencia es que, cada
vez, son más frecuentes los comentarios de ingenuos catalanes en viaje al
extranjero que acuden a tales oficinas creyendo que pueden resolverles algún
problema y los empleados de dichos tenderetes les remiten a la embajada o
consulado de España más próximo, tras expresar cortésmente su incapacidad para
gestionar nada que no sea predicar separatismo.
Una
posición tan personal como la de embajador no depende nunca de la voluntad de
quien lo destina sino del placet o aceptación de su rango por parte de la
autoridad soberana ante la que se acredita solemnemente. Sin investidura
diplomática por parte del país huésped no se da ninguna circunstancia que pueda
justificar el gasto inútil de situar un empleado cualquiera en su oficina
publicitaria. Por tanto, los cincuenta alquileres que va a pagar el señor Mas
no tienen de estructuras de Estado más que la que se pueda atribuir a un
restaurant de comida regional o a un stand de feria turística. Mientras la
inversión y el empleo descienden en su comunidad y las pretensiones
independentistas alimentan una incertidumbre dañina para la prosperidad de
Cataluña, el señor Mas se entretiene en estas fábulas. Igual se imprimen fichas
con diseño de falsas monedas para recordar a los ciudadanos lo poco que valdría
una divisa sin respaldo bancario internacional que se estimula la labor de un
juez cuya extraviada vocación le lleva a querer legislar en vez de juzgar. Como
de la misma manera podría comprar submarinos sin marinos ni torpedos o
financiar el lanzamiento de un satélite de comunicaciones con el cañón de Julio
Verne, aunque no tenga ningún destinatario interesado en recibir sus señales.
La consecuencia es que los inversores internacionales se interesan cada vez más
por Madrid, donde no hay ni tan siquiera "mozos de escuadra" y sus delirios
pasan factura a los sufridos catalanes, a los que somete a chanzas como las que
le hicieron a Sancho Panza en la ínsula Barataria. Más paro, menos inversión,
más fuga empresarial y poca seriedad institucional es lo que va a ofrecer Artur
Mas en unas elecciones adelantadas con las que no solo va a dividir a los
catalanes entre nacionalistas y no nacionalistas, sino a los nacionalistas
entre sí.
Estas
fábulas de Estado manifiestan elocuentemente la no existencia de sentido del
Estado, ni en el presente ni en el futuro. La impotencia de una red de
actividades de "quiero y no puedo" son el peor cartel de Cataluña en el
extranjero y en el interior. Su supuesta "acción exterior" consiste en hacer
ver a quien sea capaz de encontrar sus oficinitas, que afortunadamente es muy
poca gente, como se exhibe un proyecto de incertidumbre política y económica
servido por unos partidistas contratados y sin la menor cobertura formal. Son
trampantojos de falso relieve que producen desconfianza al público por su aire
de improvisación e insolvencia. Una farsa de Estado de títeres que resulta
mucho más cara para los administrados por la desconfianza que provoca y
extiende que por el dinero que cuesta mantener sus bambalinas. Unas fábulas que
desprestigian, con sus pretensiones sin fundamento, la seriedad y realismo que
se atribuyen al carácter catalán en el mundo.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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