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Consumismo y medioambiente

miércoles 21 de noviembre de 2007, 17:08h
Como continuación de las reflexiones del lunes, con motivo de la clausura de la 27 Sesión Plenaria del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, me he dado cuenta que el hombre es el único animal que cae dos veces en la misma trampa, pero por desgracia da la impresión que la humanidad está dispuesta a caer no dos, sino doscientas mil veces antes de poner auténtico remedio a sus problemas.
Sin entrar a temas filosóficos y, mucho menos, sin atreverme a juzgar la bondad ética y moral de lo ocurrido hasta ahora, lo que sí que es cierto es que si seguimos haciendo políticas consumistas será imposible que ni nosotros, ni los nuevos habitantes que se sumen a ese modelo de vida quieran renunciar a sus comodidades a cambio de la defensa del medioambiente. Decía lo de caer dos veces en la misma trampa, porque ya llevamos muchos años diciendo que el agua es un bien escaso y que hay que cuidarlo, pero la realidad es que pocas medidas se han tomado para conseguirlo, a excepción, claro, de las broncas entre los distintos defensores de unas tesis u otras, que sólo sirven para llenar páginas de periódicos.
Lo mismo que ha ocurrido con el agua, me temo que va seguir ocurriendo con la energía, pero desgraciadamente no todo se reduce al buen uso del agua y de las energías, sino que también habrá que decir algo respecto a la explotación y utilización de la tierra, pues piensen por un momento lo que puede pasar con las masas forestales si, por ejemplo, los más de 2.500 millones de habitantes que hay entre China, India y Pakistán, deciden en los próximos años que ellos también quieren utilizar papel higiénico fabricado a base de celulosa, o lo que va a pasar con las superficies cultivables y con la ganadería cuando todo el continente africano exija alimentos en condiciones.
El problema al que nos enfrentamos tiene dos claros componentes que hay que potenciar. El primero, y quizás más importante, es educar a los ciudadanos para que tomemos conciencia que el restablecimiento del equilibrio medioambiental no es una cuestión de las organizaciones internacionales o de los Gobiernos, sino que es una responsabilidad individual que tenemos que conocer y asumir.

Ya es hora de que todos los ciudadanos tomemos conciencia de que la solución pasa porque cada uno de nosotros pongamos en práctica aquello que sabemos que se debe de hacer y que se lo exigimos a los demás, pero que en muchas ocasiones nosotros no hacemos.

Si cada uno de nosotros empezamos por usar menos el coche y más el transporte público, usar más racionalmente el agua, no dejar los electrodomésticos en stand-by para encenderlos con el mando a distancia, sino desenchufarlos de la red, regular de manera adecuada la temperatura en cada habitación, aislar adecuadamente nuestras viviendas, no desaprovechar la energía calorífica cuando se cocina, etc., estaremos, por una parte, contribuyendo a restablecer el equilibrio y, por otra, dando ejemplo y con él educando a nuestras familias, a nuestros amigos, en una palabra, a nuestro entorno próximo, lo cual, aunque parezca ínfimo, es importantísimo.

La segunda cuestión que hay que trabajar de manera planificada es el apoyo a la investigación científica, sin que la misma tenga interferencia desde la política, que sesgan, cuando no deforman, las conclusiones de los investigadores.

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