lunes 05 de enero de 2015, 10:54h
Empezamos
el año electoral 2015 recordando a los viejos señores que terminaron el viejo
año 2014 manifestando que no les gustó el mensaje navideño de Felipe VI. Cayo
Lara, Aitor Esteban, Xavier Vence, Alfred Bosch, etc. Es una buena señal que a
los viejos señores no les gusten las novedades. Ellos no abdican nunca de sus
manías y prejuicios, adquiridos en los mercados de antigüedades de la política.
Llevan mucho tiempo con la misma música y cualquier nuevo ritmo les coge con el
pie cambiado. Pero al comenzar este nuevo año del Siglo XXI se constata que a
la gente le ha tranquilizado el mensaje nítido de un Jefe de Estado estable que
no hablaba de intereses de partidos ni de quimeras sino de deberes concretos. Debemos
cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. Debemos mantener el
espíritu constitucional con el que hemos convivido estos años. Debemos mantener
la fuerza de la unión. Debemos considerar la lucha contra el paro como la gran
prioridad. Cuatro propuestas como los cuatro puntos cardinales de la rosa de
los vientos. Pero los viejos señores tienen otros puntos de orientación. Frente
a la corrupción la vista gorda. Frente al espíritu constitucional la discordia.
Frente a la unidad la fractura. Frente al paro la pérdida de inversiones y
mercados. En resumen: frente a España la nada.
Ello
explica que el mensaje Real fuera bien acogido por casi todos los españoles sin
distinción de edades, ideas o terruños. Por los mismos motivos que decepcionó a
los tozudos ciudadanos dedicados incansablemente a dar vueltas sin reposo a la
matraca de los años treinta del siglo pasado en sus distintas versiones. Fueron
doce minutos de actualidad frente a un pequeño murmullo posterior de
reticencias pretéritas. El Rey se hacía eco de la calle, mientras que los
viejos señores trataban de justificar su contrariedad ante el círculo inerte de
sus conventículos. El problema, para ellos, es que España, otro nuevo año,
seguía teniendo Rey y ellos no tenían cacique. Esa es la razón de su malhumor.
Para qué andarnos con rodeos: la perseverancia del Estado y la inoperancia de
quienes sueñan con demolerlo o subvertirlo. Lo preocupante sería que a los
señores retrógrados les gustase el mensaje de la Corona. Las cámaras de
televisión enfocaron más ágiles un espacio con cristales abiertos al exterior,
como un símbolo de transparencia, a la vez que se aproximaron a planos de
confianza que expresaban sentimientos. Transparencia y confianza hacen mucha
falta para que se regeneren unos medios audiovisuales por donde ha pasado
demasiada picaresca de pequeños Nicolases, dineros venezolanos, acciones
preferentes, imputados de corrupción y justicia a cámara lenta. Ha sido bueno
terminar el año viejo con otras nuevas imágenes y con palabras sencillas y
directas de regeneración, recuperación y esperanza. Es de desear que España
siga por el camino de una postmodernidad que aglutina y no por el de la
retroactividad que separa y que los viejos señores del eterno retorno sigan
momificados y decepcionados durante otros muchos nuevos años.
Ciertamente
ha sido difícil el papel de una Corona desprovista de mando efectivo en tiempos
críticos. El constitucionalismo democrático ha sustituido el poder directo del
Rey por otro tipo de poder electo, conservado y renovado periódicamente. En la
Historia es imposible dar marcha atrás. El poder político de base popular y la
autoridad moral de la Corona son compatibles porque la monarquía tiene entre
nosotros la misteriosa virtud de reflotarse y romper el mito de la España
irracional y conflictiva y predisponer a la estabilidad y a la moderación. Es
un papel difícil cuando, junto a problemas sociales aún arrastrados por una
crisis, operan fenómenos demoledores cercanos, como la corrupción o la
insolidaridad territorial. Fenómenos que polarizan y exacerban la opinión pública
porque no solo ponen al descubierto debilidades y desmoralizaciones de la
sociedad como tal sino porque al producirse en relación con áreas de poder
oficial son juzgados por la opinión no únicamente como unos delitos en términos
jurídicos sino como abusos de poder en términos políticos, lo que provoca justa
indignación colectiva. Pero, precisamente, por esas dificultades ambientales es
más valiosa e imprescindible que nunca la presencia serena de la Corona con su
capacidad probada de iluminar con éxito
los cambios y reformas convenientes, sin ruptura de la estabilidad
institucional lo que no les gusta nada ni a los viejos señores ni a los jóvenes
demagogos.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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