Felipe VI ha pedido en su primer discurso de
Navidad como Rey "cortar de raíz y sin contemplaciones" la corrupción
para evitar que este tipo de conductas "echen raíces" en la sociedad
española y se puedan reproducir en el futuro. Dos días después de que el juez José Castro haya decidido sentar
en el banquillo a su hermana la Infanta Cristina por delito fiscal, el
Rey ha reconocido que pocos temas como la lucha contra la corrupción
generan en España "una opinión tan unánime". Aunque recuerda que la justicia está funcionando frente a la
corrupción, "prueba del funcionamiento" del Estado de Derecho, y
reconoce que "la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus
tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales",
Felipe VI se hace eco del sentir de los ciudadanos quienes, dice,
"necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los
fines legalmente previstos".
Como también quieren garantías -añade-- de que "no existen tratos de
favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo
público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse" y que no
desean que la corrupción empañe el "prestigio y buena imagen en el
mundo" de los españoles.
Por eso, el monarca que ha impuesto un código de conducta a la
Familia Real y a los empleados de la institución defiende la necesidad
de que los servidores públicos actúen con decencia, pues su "honestidad"
es "un pilar básico" de la convivencia en "una España que todos
queremos sana, limpia".
"Las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar
de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y
desencanto", admite el Rey, que llama sin embargo a "afrontar con
firmeza y eficacia" éste y otros retos a los que se enfrenta en la
actualidad España, en lugar de dejarse "vencer por el pesimismo, el
malestar social, o por el desánimo".
Junto al desafío de "regenerar" la vida política y recuperar la
confianza de los ciudadanos en sus instituciones, Felipe VI cree que la
España de hoy se enfrenta a otros dos grandes retos: "preservar" la
unidad del país "desde la diversidad" y "garantizar" el Estado del
Bienestar.
En uno de los pocos discursos del año que escribe el monarca y no
el Gobierno --aunque éste conoce su contenido--, el Rey insta "a todos" a
hacer un "esfuerzo leal y sincero" que permita el reencuentro, eso sí,
respetando la Constitución, "que es la garantía de una convivencia
democrática, ordenada, en paz y libertad".
"Los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o
sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero, y
reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y
los sentimientos que compartimos, dice el monarca, que confiesa que le
"duele" y "preocupa" que se puedan producir "fracturas emocionales,
desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos".
"Nadie en la España de hoy es adversario de nadie", sostiene el
Rey. "Todos nos necesitamos -insiste-- Formamos parte de un tronco común
del que somos complementarios los unos de los otros pero
imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en
conjunto".
Pero además de los lazos económicos entre Cataluña y el resto de
España y los intereses comunes, Felipe VI habla también de sentimientos.
"Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón. Como
también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de
su propio ser", recuerda el Rey, convencido de que lo que hace de España
una nación con una fuerza única es la suma de nuestras diferencias, que
debemos "comprender y respetar" y que "siempre nos deben acercar y
nunca distanciar".
Tras advertir de que el mundo globalizado de hoy "no acepta ni la
debilidad ni la división de las sociedades" y "camina hacia una mayor
integración", Felipe VI anima a los españoles a seguir "construyendo
todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión
y confianza en el futuro".
El tercer reto que identifica el Rey tiene que ver con la "dureza y
duración" de la crisis económica, que produce en muchas familias
"incertidumbre" por su futuro. Aunque reconoce que la mejora de los
datos macroeconómicos son esperanzadores, avisa de que la lucha contra
el paro, que continúa en una tasa "inaceptable", debe continuar siendo
la "gran prioridad".
LA ECONOMÍA, AL SERVICIO DE LAS PERSONAS
Por eso, y recordando el "sacrificio" de los ciudadanos durante
toda la crisis económica, exige a agentes políticos, económicos y
sociales que trabajen unidos permanentemente para crear puestos de
trabajo y, sobre todo, "empleos de calidad" porque la economía -dice el
Rey_"debe estar siempre al servicio de las personas".
"Debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y
vulnerables. Y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de
Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de
nuestra cohesión social, junto a las familias y a las asociaciones y
movimientos solidarios", remarca el monarca.
El jefe del Estado también se ha referido en su discurso a la
abdicación de su padre, el Rey Juan Carlos, y a su posterior
proclamación como Felipe VI. La normalidad con la que se desarrolló ese
proceso, de acuerdo con la Constitución, permitió a España dar "a sí
misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad", valora el Rey.
En la parte final de su alocución, Felipe VI ha agradecido el
"respeto, afecto y cariño" que ha percibido en estos primeros meses de
reinado y se muestra convencido de que España superará los retos que
tiene planteados.
"Tenemos capacidad y coraje de sobra. Tenemos también el deseo y
la voluntad", dice el Rey, que cree que lo que le hace falta ahora a los
españoles es recuperar la confianza en sí mismos, pues ésa es la
"clave" para "recuperar el orgullo" de nuestra conciencia nacional, la
de una España "moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa,
abierta al mundo, solidaria, potente y con empuje".
"Con ese mismo empuje y con el ejemplo con el que vosotros
afrontáis vuestro día a día luchando ante las adversidades intentando
progresar, procurando mejorar honestamente vuestra vida y la de vuestras
familias", concluye el Rey, que se despide felicitando la Navidad en
las lenguas cooficiales del Estado en nombre de su mujer, la Reina
Letizia, y de sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.