Dicen
que es en los detalles donde mejor se aprecian las cuestiones de la mayor
magnitud. Por eso, la sabiduría popular se fija en, por ejemplo, la
felicitación navideña que envía la
Casa del Rey cada año para calibrar el estado de la
temperatura en el primer hogar del país. Recuerden ustedes, por ejemplo, aquel
año en el que la felicitación consistía en un 'corta y pega' mal elaborado que
evidenciaba una desestructuración familiar que ya era obvia en la rumorología
de la calle...
Este
año, por lo que he visto en las redes sociales -que no en la página oficial de La Zarzuela-, la
felicitación de los reyes
Felipe y Letizia consiste casi en un retrato oficial,
demasiado formal y uniformado, en mi opinión. Algo correcto, complementado con
un par de fotografías-recuerdo de la jornada de proclamación, en el balcón de
la plaza de Oriente, allá por el 19 de junio. Cierto que esas son, acaso, las
imágenes clave de un año, obligatorias en un resumen periodístico, pero no
estoy seguro de que no hubiese sido más conveniente alguna otra cosa, más
entrañable, más participativa. Ya digo: se ha elegido algo nada estridente y se
ha huido de cualquier 'innovación' que es algo, por lo que estamos comprobando
en el día a día, que gusta poco en la Jefatura del Estado.
Nada
que objetar, desde luego; además, ¿quién sería el que suscribe para
hacerlo? Pero desde siempre me confieso monárquico, mucho más allá que
juancarlista, y creo que, incluso no siéndolo, resultaría suicida desear que lo
que tenemos, que no es poco, salga mal. Felipe VI no ha cometido un solo error
en su breve trayectoria, y creo que tampoco cometió demasiadas equivocaciones
como Príncipe de Asturias. Pero no basta con no cometer errores: me atrevería a
pedir a la jefatura del Estado la excelencia 'cum laude' de los aciertos
máximos, que es algo que siempre conlleva algún riesgo.
Por
eso mismo, confío en que esta felicitación, correcta pero algo fría, que
comento no sea el preludio del mensaje que esta Nochebuena dirigirá el Rey a
los españoles. El primer mensaje navideño de Felipe VI, que ya está envuelto en
la máxima expectación: ¿qué nos dirá el todavía nuevo Rey? Las palabras del
jefe del Estado cada noche del 24 de diciembre se escuchan con mucho interés,
porque es un texto no visado por el Gobierno y porque siempre revisten una
significación especial, dado que constituyen una especie de resumen de lo que
ha sido el año político.
Este
año, aparte del relevo en la
Jefatura del Estado, han ocurrido muchas cosas en España, en
Europa y en el mundo: resumirlas en apenas nueve o diez minutos y, encima, con
un significado y hasta un marco estético nuevos no está resultando fácil, dicen
algunos. Naturalmente, desconozco, a estas alturas, el continente y el contenido
de lo que vaya a decirnos el Monarca. Ya digo que seguro que nada desacertado
habrá en su mensaje. Pero yo espero más que eso: Felipe de Borbón es lo mejor
que ahora tenemos, él sabe que habrá de ganarse el puesto cada día y que ahí,
en el 24 de diciembre, tiene una oportunidad de oro para seguir consolidando la Corona entre unos
ciudadanos que necesitan, necesitamos, creer en algo, ilusionarnos con un
destino común. Es mucho más que un mensaje navideño el reto que tiene que
afrontar, que estos días seguro que ya está preparando, el ciudadano Felipe de
Borbón, Felipe VI.
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La ciudadanía protagoniza el primer 'christmas' del rey Felipe VI-
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