viernes 19 de diciembre de 2014, 09:12h
Hoy, como en las navidades hace cien años se oyen villancicos sobre las
trincheras. Saltan los contendientes las alambradas para jugar al fútbol con
quienes eran el blanco de sus ametralladoras horas antes, se prueban los cascos
enemigos, entierran a sus muertos abandonados en tierra de nadie, sacan las
fotos de sus seres queridos de las guerreras mostrándose humanos, se regalan
con un trozo de chocolate, un poco de tabaco o una patata roída por las ratas.
Es Navidad.
Eso ha pasado en las 90 millas que separan Cuba de Florida. El triunfo de
una buena noticia en un mundo donde los niños son perseguidos entre los
pupitres y masacrados a tiros por ser hijos de quien son. Paz en la Tierra a
los seres humanos de buena voluntad. Paz por una noche. Unas pocas horas antes
de que los estados mayores enmienden la situación deteniendo a quienes se han
permitido contemporizar con el enemigo. Ese el papel del Congreso y el Senado
en Washington, de tantos republicanos indignados. Mantener las hostilidades
cincuenta años más si es necesario, profundizando las trincheras, con las
alambradas bien erectas.
En esta hispana tierra de morcilla, hecha con sangre y dada a repetirse,
estamos acostumbrados a ello. Las dos Españas mas extremas siguen afilando las
bayonetas, acusando de cobardía a todos los que se atrevan a sonreír al
enemigo. Ahora es la Transición la tregua de Navidad señalada con el índice por
el rigor castrense, unos días malditos y vergonzosos en los que los españoles
se encontraron entre las trincheras, olvidando atacarse con saña según lo
establecido por la receta de la morcilla para las matanzas.
La crudeza de los rigoristas no perdonará la transigencia con el enemigo.
Ni en Washington con Cuba, ni en las trincheras de Flandes hace ahora cien años
ni en el Parlamento español permitiendo pactos de gobierno entre PP y PSOE. Un
simple acrónimo fundiendo las dos siglas se ha convertido en el insulto
preferido de los más inclementes partidarios de la disciplina del
enfrentamiento, de aquellos que entienden la política como la guerra de
posiciones y desgaste, donde el mejor enemigo es el que está ensartado en la
punta de una bayoneta. La misma estrategia de los republicanos con Cuba. Sin
treguas de Navidad ni mariconadas parecidas.
Son los mismos republicanos que duermen con la Biblia al lado de la cama,
en cuyas páginas pueden leer que "Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca". No es de extrañar que sea el Apocalipsis, 3:16.