La Diputación de Cuenca acoge este sábado, a las 12.30 horas, la presentación del libro 'Flores amarillas y otros relatos de amor y muerte". Es la primera obra que publica la conquense Susana Fuentes, cuya presentación correrá a cargo del periodista José Luis Muñoz, prologuista del libro.
Susana Fuentes Arcos (Las Majadas, Cuenca. 1976) acaba de publicar
su primer libro "Flores amarillas y otros
relatos de amor y muerte".
En realidad, no es su primera
obra porque hace algo más de un año terminó "La
bruja de las palabras y otros relatos para leer en días de lluvia" que
"por una cuestión personal jamás se publicó", nos explica. El libro estaba
basado en los relatos publicados en su blog y también algunas
ilustraciones.
Pero este 'no-libro' le sirvió de
base para lo que hoy se ha convertido en realidad. "Precisamente, es a raíz de
ese libro cuando surge hacer éste. Lo vio un amigo, José Luis Muñoz, que ha
escrito el prólogo, y me animó a publicar. Casi al mismo tiempo, me invitó a
escribir una columna en La Tribuna de Cuenca y fue entonces surge la
posibilidad con el servicio de publicaciones de la Diputación de Cuenca",
explica.
"Quería que fuera un libro sencillo, ameno,
ligero. Que se leyera con facilidad. A nadie le apetece leer un tocho de una
autora desconocida", reconoce y por eso, el lector también encontrará las
instantáneas "de un estupendo fotógrafo, también de mi pueblo, Juan Ignacio
Frutos, que adornan y dan lustre a estos relatos".
Son relatos independientes. En
dos bloques. Desde aquellos que se desarrollan en un ambiente rural en un
tiempo un tanto impreciso, de posguerra y que, leídos juntos, conforman un
universo más amplio, con los mismos personajes, con historias que van cobrando
sentido a medida que se avanza en la lectura. En el resto de relatos se puede
encontrar desde un cuento infantil a una leyenda.
Y el remate...No lo desvelamos.
Solo diremos que la autora lo califica de "gamberrada".
"De Cuenca tengo la raíces y de Madrid, las alas"
Esta conquense que emigró a
Madrid cuando tenía 14 años siempre se sintió tentada por las letras. Estudió
filología hispánica y se acercó al mundillo periodístico para 'poner los puntos
sobre las íes' a textos periodísticos
que, en ocasiones, no están exentos de faltas ortográficas. Lo hizo primero en
el diario El Mundo y actualmente está vinculada a Hearst Magazines.
"De Cuenca tengo las raíces y de
Madrid las alas. Las unas sin las otras no funcionan" nos comenta. Una
provincia, la conquense, que salpica algunos relatos de su primer libro.
"Cuenca tiene una hermosura
decadente, tristona. Es una ciudad de otoño. Preciosa y fría. Es un gran
escenario para los amores dolientes y terribles. Para los amores fáciles
cualquier sitio es bueno, eso no tiene misterio ni literatura ni gracia".
El título de su libro es tan
sugerente como inquietante. ¿Flores amarillas?, le preguntamos. "Bueno, recogen
la luz del sol y la proyectan, son alegres, como botones de esperanza o
reflejos de estrellas", nos cuenta aunque también le recuerde una canción de
Extremoduro, su grupo favorito "que dice... unas
flores amarillas pa acordarse de su pelo" aunque, en el fondo, "lo más
importante sea que son para mí una metáfora de la esperanza".
Y después el amor y la muerte. "Son
los que vertebran todos los relatos. El amor, no necesariamente romántico, o la
muerte son el eje".
Explica que aquello que escribe "sostiene
las soledades que los años han ido tejiendo en mi corazón", pura poesía que,
por cierto, le gusta bastante más que la prosa y se confiesa admiradora de las
leyendas de Bécquer.
Una afición "que me hace ser y vivir mejor"
Lo de escribir, de momento, no
pasa de afición. Difícil vivir de ello, lamenta. "Escribir me hace ser y vivir
mejor" aunque sus relatos no reflejan experiencias personales. "Ninguna de las
historias es autobiográfica aunque la mayoría están ambientadas en el ambiente
rural, en el que yo he crecido". Por eso se atisba desde el modo de trabajar, de
vivir o sentir la muerte, los prejuicios sociales, las supersticiones, los
miedos... o las gentes que cuajaron su infancia.
¿Y ahora qué?, preguntamos. "De
momento, seguir escribiendo y a ver qué pasa. Y pelear el día a día, seguir
trabajando, asumir las rutinas, los pagos, los atascos, las pequeñas alegrías y
la vida en sí. La literatura, el hecho de escribir, es un escape, un espacio
sólo mío donde me siento bien. Iré escribiendo y será lo que tenga que ser".