Hace solo unos días escribíamos aquí acerca del montaje que Ximo Flores había hecho en los Teatros
del Canal sobre 'Casa de muñecas', la obra universal de Henrik Ibsen (http://www.diariocritico.com/noticia/467518).
No insistimos sobre lo que ya dijimos acerca del autor danés de
finales del siglo XIX, ni sobre el argumento de 'Casa de muñecas', una de
sus obras más representadas en todo el
mundo desde que esta se estrenara a finales de la década de los años 80 del
siglo XIX.
Unos
decenios después, una dramaturga argentina reescribió esta misma obra de Ibsen bajo el título de 'Querido Ibsen: soy Nora', y ahora este montaje se ha
exhibido en tres únicas funciones (los días 4, 5 y 6 de diciembre) en la Sala
Verde de los Teatros del Canal. La autora de esta obra es Griselda Gambaro, y llega a España dirigida por Silvio Lang, y protagonizada por Belén Blanco y con música en directo
interpretada al piano por Pablo Cécere.
Lo primero que hay que subrayar es la acertadísima iniciativa de
los Teatros del Canal al incluir en su programación, primero, la exhibición de la versión de Ximo Flores de la
'Casa de muñecas' y, a continuación
esta reescritura de Ibsen que hizo Gambaro en 'Querido Ibsen: soy Nora'. Un espectador que acudiera a esta
última sin conocer la primera, podría
seguirla y, a renglón seguido, disfrutar
más o menos con ella, pero probablemente si ya conoce el texto de Ibsen, la recreará junto a la autora
argentina y podrá juzgar su grado de
acierto o desacierto con tan arriesgada iniciativa. Nuestra enhorabuena, pues,
a los Teatros del Canal. Esto se llama programar con estrategia y pensando siempre en el
espectador y no en los eruditos o en
los especialistas (autores, directores, actores o alumnos de las Escuelas de
Arte Dramático). Creo, además, que la iniciativa habrá contentado a todos.
Propuesta arriesgada
Y, una vez dicho esto, ha llegado el momento de comentar obra y
montaje. De la primera, hay que decir que en Buenos Aires ha cautivado. Y eso que el público bonaerense es
tan crítico como lúcido. Buena parte de la responsabilidad del éxito la tiene
el director escénico Silvio Lang y
la actriz Belén Blanco (Nora) quien, junto a otros actores del
llamado 'nuevo teatro off porteño' dibujan sobre el escenario una
interpretación brillante y precisa de cada uno de los personajes del clásico de
Ibsen. Blanco es una primera figura del cine y la televisión de Argentina
y, sobre el escenario de los Teatros del Canal, ha demostrado que
no es por casualidad. Sus facultades interpretativas abarcan un registro
amplísimo y van desde la voz hasta el gesto, pasando por el movimiento corporal,
que en esta obra, y en más de una ocasión, está más cerca de la danza que del teatro.
Pero a Belén Blanco (Nora), le acompañan en el elenco
otros grandes actores: Ezequiel Díaz (interpreta a un Torvald Helmer, el
marido, de forma soberbia), Pochi Ducasse (Ana María), Esteban
Masturini (Rank), Patricio Aramburu (Krogstad), Victoria Roland (Cristina),y
Edgardo Castro (que da vida a Henrik
Ibsen).
Griselda Gambaro coloca en esta obra a Henrik Ibsen en escena justamente en el
proceso de escritura de su 'Casa de
muñecas' , y el autor noruego tiene
que vérselas con el personaje principal de su obra, Nora Helmer, y negociar con ella sus palabras y sus acciones, que van a ir determinando su futuro
como personaje que, en el fondo, es tanto como decir su futuro como persona.
Un ejercicio brillante desde el punto de vista dramático por parte
de Gambaro, que ha coronado también
a la misma altura el director de este montaje, Silvio Lang, presentando un
escenario cortado por un gran muro
y con un sofá a la derecha del espectador, y un
piano en el centro
izquierda del mismo, que Pablo Cécere maneja con envidiable maestría
durante toda la obra. Iluminación (a cargo de Gonzalo Córdoba), y vestuario (Renata
Schussheim), contribuyen también a redondear la propuesta de la
compañía argentina con esta obra de Gambaro.
El conjunto, desde luego, es una pieza tan respetuosa con Ibsen como sorprendente para el
espectador madrileño que ha podido comprobar -en el escenario de uno de los
teatros con una programación más coherente y variada de los existentes en la capital-, como en Argentina
se llevan al escenario propuestas tan
vanguardistas como arriesgadas que, al fin y al cabo, es la esencia de que un arte tan viejo como el teatro pueda
permanecer tan vivo a la vez, más de dos
mil años después de que escritores y actores de la antigua Grecia se aliaran
para hacer pensar, recrearse, divertirse o
criticar a un público que se ponía enfrente de ellos, a tan solo unos
metros, para poder dar su veredicto inmediato sobre lo que contemplaban, con el aplauso o con el
más cruel de los silencios, una vez terminada
su actuación. Nosotros, desde luego, aplaudimos
este 'Querido Ibsen: soy Nora'.