Puede
que algunos juzguen este comentario políticamente incorrecto, con la que está
cayendo. Algún miope pensará que incurro en peloteo: no será por lo que
frecuento los aljibes monclovitas.
Mariano Rajoy ni siquiera me da la palabra
en las escasas ruedas de prensa que protagoniza, y soy de los pocos
discriminados. Así que, si defiendo a Rajoy, tan alanceado en estos momentos,
sobre todo por algunos de los suyos, no es, desde luego, por interés propio,
ni, menos aún, por diferenciarme de tantos como ahora, desde una especie de
'tea party' en versión 'popular', exigen más acción al presidente del Gobierno;
en el sentido, claro está, de que emplee la mano dura contra
Artur Mas, contra
cualquiera que hubiese abierto el domingo los colegios para votar en Cataluña
y, si me apuran, hasta contra quienes figuraban en las colas de votantes que yo
ví en Barcelona aguardando para depositar su voto.
Me
congratula que Mariano Rajoy se muestre mucho más templado que sus críticos
internos. Empieza a darse la paradoja de que la oposición que representa
Pedro
Sánchez, el aún bastante flamante secretario general del PSOE, está más cerca
del jefe del Ejecutivo que algunos de los suyos, al menos en cuestiones como lo
que haya de hacerse a partir de ahora en y con el llamado 'problema catalán'. O
sea, con Artur Mas y los suyos y, desde el domingo, con casi dos millones de
personas que dijeron 'sí-sí' a la independencia en una votación claramente sin
garantías y con ribetes absurdos, pero que, sin embargo, no la invalida moralmente.
No del todo, al menos.
Si
yo tengo alguna crítica que hacerle a Rajoy -y tengo bastantes-comenzaría por
achacarle lo mismo que sus detractores desde las posiciones más duras de la
derecha: su inmovilismo. Pero yo lo critico en sentido contrario: ha de
movilizarse a favor de una negociación mientras aún sea tiempo y la
intransigencia poco cerebral de Artur Mas y sus mentores de Esquerra no cierren
cualquier posibilidad siquiera de contacto. ¿Es correcto agotar los tiempos,
como hace el presidente, dando la sensación de que no se hace nada? ¿Es eso lo
que le aconseja el denostado -por los que digo-Pedro Arriola?¿Es lo que critica
a su sucesor, sin decirlo ante los micrófonos,
José María Aznar?
Pero,
hoy por hoy, Rajoy. Aunque suene a mal pareado. Ya llegarán las elecciones y el
tiempo de ajustar las cuentas que haya que ajustar. El Partido Popular, con un
grupo parlamentario probablemente más sólido que su propia estructura
partidaria y aunque se perciban claras vías de agua bajo el casco del elenco ministerial,
sigue siendo la formación más consecuente...todavía. Y Rajoy sigue siendo
probablemente el único que puede liderarla, el único que puede llegar a
acuerdos con el PSOE y, acaso, también con Convergencia i Unió. El tiroteo
interno, ya sea a cuenta de la no-ley del aborto o de su 'blandura' el domingo
en Cataluña, me parece peligroso y poco razonable. Confío en que todo esto no
esté haciendo mella en su ánimo, de la misma manera que confío -lo hago desde
hace tiempo, procurando no desmayar ante lo que veo, o, mejor, no veo-en que
perciba la urgencia de gobernar de otro modo. No para que suban sus bajos
índices de aprecio entre los ciudadanos, como muestran las encuestas, sino por
el bien de todos nosotros. En una ocasión escribí lo mismo, dedicado a Pedro
Sánchez, y ahora se lo digo, sin demasiada esperanza en que lo lea, al
presidente del Gobierno: Mariano, no nos falles...más.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>