Quemar iglesias, ¿otra vez?
lunes 03 de noviembre de 2014, 08:08h
Dicen que el
hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y aunque
se deje los piños, no aprende. Yo creo que no se enseña suficientemente bien la
historia en los colegios y que leemos muy pocos libros de historia. Debería ser
obligatorio para aprender lo que hicieron mal nuestros antepasados y no repetir
sus errores. No es así. La historia se usa demasiadas veces para arrojárnosla
unos a otros como una piedra puntiaguda para fomentar lo que nos separó una
vez, para reincidir en la intolerancia. No aprendemos. Y si no nos gusta cómo
fue, la reescribimos. Sucede en Cataluña, sucede entre países vecinos como
Ucrania y Rusia, Israel y Palestina, sucede en guerras de religión que, muchas
veces siguen siendo querellas soterradas... No aprendemos. Hasta la pequeña
historia de cada día, la actual, la de ayer, nos la inventamos como nos
interesa. En lugar de aprender de la historia, la utilizamos para hacernos
daño.
En España
hemos tenido siglos de guerras y disputas y todavía muchos españoles vivieron
la última y terrible contienda. Pero la inmensa mayoría no había nacido cuando
terminó. ¿Cuántos años hacen falta para cerrar las heridas? A veces ni la
conquista de la libertad y la democracia bastan para la generosidad de todos con
todos, para el respeto al contrario, al desigual, al que piensa diferente. Eso
hay que enseñarlo también desde la escuela y desde la familia. Pero nuestra
sociedad sigue siendo tremendamente intolerante y proclive al insulto
injustificado y gratuito.
En el Museo
Nacional Reina Sofía, que se financia con los impuestos de todos los españoles
y que es un lujo para Madrid y para España, hay ahora una exposición titulada
"Un saber realmente útil" que muestra obras de 30 personas y grupos. Entre esos
artistas hay un colectivo argentino, "Mujeres públicas", cuya obra maestra es
una caja de cerillas con un dibujo de una iglesia ardiendo y un título que
resume todo su pensamiento constructivo y moderno: "La única iglesia que
ilumina es la que arde. Contribuya". Hay también un "padrenuestro proabortista"
y frases de absoluta falta de respeto al Papa Francisco I, el pontífice que más
está haciendo por una Iglesia abierta a todos. No sólo es un insulto a los católicos,
también a los que, gracias a la ayuda y las puertas abiertas de la Iglesia,
tienen una oportunidad para sobrevivir a la crisis; un insulto a los ciudadanos
más desfavorecidos del mundo que sobreviven gracias a la labor de los
misioneros católicos, los que no se van cuando todos abandonan el barco.
La Iglesia
ha cometido errores, pero ni eso puede justificar lo que este colectivo de
largo recorrido defiende y lo que el Reina Sofía alberga. Eso que se camufla
como arte, en un lugar que debería exigir y exigirse mucho más, es una burda
provocación antidemocrática a la violencia más gratuita e injustificada. El
odio no engendra nada más que odio y nunca disminuye con más odio.